El mundo y sus preferencias

No sé si me vuelvo muy pesado, pero intento crear un poco de sentido común en esta sociedad tan podrida para unos y beneficiosas para otros. Día a día vemos como se lucha clara mente por los derechos que debería tener cada persona por su condición sexual, raza o etnia y religión, aunque a esta última estamos llegando de una manera desastrosa y sin respeto. Yo apoyo a que todo el mundo pueda tener derecho a una vida como le plazca, pero ese es el problema que no lo estamos haciendo con todos. ¿Sabéis cuantas personas por diferentes rasgos físicos o por alguna enfermedad son atacadas por el mundo sin que nadie haga nada? ¿Saben cuantas personas se suicidan día a día o entran en depresión constante solo porque las despreciamos de una manera egocéntrica?

El miedo paraliza, el valor construye

No cabe duda de que hay una sensación generalizada de miedo por casi todo, pero especialmente por dos motivos principales, en primer lugar, por la tensión emocional que crea la pandemia del COVID-19, además de sus consecuencias, miles de muertos o de afectados, que hace estar en una permanente vigilancia para evitar los contagios, a lo que hay que sumar el recelo, ante un repunte o una nueva infección generalizada en los próximos meses. Por otro lado, nos enfrentamos al temor evidente por la situación económica venidera a corto y medio plazo, sus consecuencias personales y la propia viabilidad de las empresas o el mantenimiento del empleo. Son dos situaciones complejas, reales, que influyen en el comportamiento, deseos y preocupaciones de mucha gente, que ve con sobresalto lo porvenir. Humanamente es entendible, porque el miedo crece allí donde no se contrala la coyuntura vivida. Cuando escapa a nuestras manos la solución o no tenemos posibilidades de poner los medios oportunos para lidiar con lo que se nos viene encima, entonces nos llenamos de desasosiego. El historiador romano Tito Livio decía que “el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son” y tenía razón.

Y no aprendemos

Mientras en el congreso de los diputados y en varias asociaciones, se pelean por ver quién la tiene o lo tiene más grande durante todo este tiempo. A su vez se dedican a crear odio y crispación entre todos los españoles. La ceguera a nivel nacional es cada día más grande y más inverosímil. La incomprensión, lo absurdo y lo sorprendente, arremete directamente contra pensamientos tóxicos, envenenados por una ideología totalmente borrosa en incrédula que día a día se ríe de todos ellos. Los utilizan como marionetas fácilmente manejables desviando su mirada a discusiones irracionales, mientras ellos andan a sus anchas haciendo y deshaciendo lo que les interesa, aclamados por el silencio de un pueblo sumiso y ya enterrado sin que lo sepan todavía

Relatos de la vida

La vida con su brillo y sus lucecitas de colores iluminando senderos de mil amores, amores que van y vienen, que se forjan con el tiempo. Tiempo que se detiene cuando su mirada te roza sin querer, un escalofrío te sube por los pies. Aires de magia se asoman para ver, sus ojillos enamorados al atardecer. Un atardecer que se tiñe de azul rojizo donde el sol enamorado da paso a la luna abrigada por la oscuridad, ella brilla sin temor al amor. Un amor a veces dulce, a veces salado, a veces imposible pero ahí está la bendita vida con sus colores decorando corazones.

Gobernar es servir

Uno de los políticos más importantes de la historia del socialismo y de la democracia en España, Felipe González, dijo una vez que “al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades”. No existe una manera más simple de resumir la realidad de quienes al llegar al poder descubren esa vieja frase de que gobernar es servir. Y que para hacerlo, a veces hay que despojarse de los sueños imposibles para dedicarse a las realidades urgentes.

La confianza puede ser nuestro peor enemigo

Todo parece indicar que el mundo a vuelto ha la normalidad, a su forma de vivir como lo hacíamos anteriormente. Con la llegada del verano, millones de personas se lanzan desesperadamente a ocupar las playas del Mediterráneo y del Atlántico. De pronto, el coronavirus parece ser que ha pasado a un segundo plano. Muchas personas parecen haber olvidado que todavía tenemos que seguir viviendo con el virus pandémico. Un virus, que sigue estando en todos los rincones del mundo y que en cualquier momento, si no respetamos las normas y protocolos sanitarios, podría volver como un repunte mucho más fuertes que hace tres meses anteriores. Tenemos que tener en cuenta, que la COVID-19 llegó al planeta tierra en una especie de espejo, de manera metafórica, con el objetivo de demostrarnos en realidad lo vulnerable que somos ante las leyes del universo o por la creación de un virus pandémico nacido de un laboratorio humano.

Cuestión de confianza

Lo que hace falta es que se pueda trabajar con libertad, para continuar con la actividad económica, mantener el empleo, incluso procurar aumentarlo, así como conservar activo el sistema productivo. El tejido empresarial necesita arrancar con fuerza, después de este forzado confinamiento. No podemos continuar sine die con las empresas pendientes de lo que decidan ideológicamente los responsables públicos, porque sencillamente significaría su desaparición, por cierto, esos políticos desconocedores en su gran mayoría de lo que es y cómo funciona la empresa privada, provienen mayoritariamente o casi exclusivamente de la función pública, lo que les impide entender la eficacia o velocidad que imprime la iniciativa privada a su ejercicio cotidiano. Es más, tienen una tendencia subjetiva a despreciarla. La viabilidad de la reconstrucción depende de la celeridad que se permita para volver a la normalidad. No es razonable seguir obstaculizando un desarrollo económico normalizado, todo por cuestiones doctrinales, partidistas o vanaglorias personales.

Cansado, cansado, cansado…

Cansado de que nos insulten, y nos comparen con depravados, machistas y violadores solo por el hecho de ser hombres. Cansado de la misma película de siempre y de querer hacernos creer algo que ni se nos pasaría por la cabeza. Cansado de las verdaderas burralidades que se escuchan de las palabras de algunas mujeres y te hacen pensar en qué mundo han vivido o con qué clase de hombres ha crecido.

Lágrimas inocentes

Dime, ¿cómo quieres que mi alma, deje de llorar en algún instante?. Si tu inesperada ausencia me ha robado la calma, y mi corazón no puede olvidarte.

En defensa de los más débiles

En muy pocas décadas, España se convirtió en un país moderno y puntero. Dejó atrás la incultura, el analfabetismo, la pobreza generalizada y la falta de libertades que había padecido durante muchos años. Fue un milagro edificado por millones de trabajadores que se formaron en mejores especialidades, por emprendedores que lanzaron negocios de éxito y por unas instituciones que pusieron a disposición de todos una nueva educación, una nueva sanidad y una nueva administración.


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