Es lo que hay

Desde el poder del siglo XXI, se vuelve a los mismos métodos de la Roma clásica, a saber, pan y circo. Ahora se trata de utilizar los medios digitales para atontar a la población, teniéndola totalmente enganchada, esclavizada o dependiente, sumando a la televisión, con esos programas basura, que más debían llamarse vacíos, porque no aportan nada, sino puro entretenimiento insustancial. Horas que se hurtan al tiempo en banalidades, para que, de esa manera, no se piense, ya que, para eso, bastaría más, están los líderes progres de turno que, se sienten en la obligación de practicar un paternalismo imprescindible, porque están convencidos que tienen una función histórica de redimir a la ciudadanía

El enemigo y la Navidad

Es curioso que esta sociedad siga teniendo la capacidad de sorprenderse ante lo obvio. Se publican las últimas cifras de la pandemia y ante el aumento de los contagios se produce una especie de asombro colectivo. ¿Pero de qué nos vamos a asombrar si está sucediendo lo que es previsible?

La comunicación olvidada

Cada día estoy más convencido que la comunicación entre las personas se dilata en el tiempo. Una ausencia de comunicación entre el receptor y el emisor. ¿Quién tiene la culpa de esta gravísima ausencia de comunicación entre las personas? Pues sencillamente la revolución tecnológica, la llamada evolución en el conocimiento a través del ser humano. Con el transcurso del tiempo, he podido observar que en muchos lugares del mundo de la hostelería, bien se llamen restaurantes, casas de comidas, bodegones, tascas o guachinches, donde los comensales no se miran a las caras, concentrando toda su atención en sus respectivos móviles.

Paraiso terrenal

Ya lo hemos dicho reiteradamente y es bueno insistir, que el ecologismo, como movimiento sociopolítico, que propugna la defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente, merece todos los respetos, como cualquier otra iniciativa, que se base en planteamientos serios, razonables o respetables. Todos tenemos que aportar, para dejar a nuestros hijos y nietos, es decir, a las próximas generaciones, un mundo saludable, en fin, vivible. Es verdad, que es una cuestión de supervivencia, por lo que es imperioso poner todos los medios oportunos para, entre todos, lograr el objetivo de un desarrollo sostenible, que preserve el presente y asegure el futuro. La inmensa mayoría de la población está de acuerdo con estos planteamientos, porque sencillamente son creíbles, sensatos y procedentes.

Una advertencia muy seria

Agrupación Socialista Gomera exigió al anterior Gobierno de Canarias que elaborase un estudio donde se pusieran, negro sobre blanco, los costos de la insularidad y de la doble insularidad. Le dijimos que ya era hora de saber con exactitud cuáles eran los costes extras de vivir en Canarias. La cifra, según esos estudios realizados por el Gobierno, supera los cinco mil millones de euros.

La colada volcánica: un nuevo espacio agrario

El manto de lava creado por el volcán de Cumbre Vieja se conforma como un soporte territorial geológicamente homogéneo, con unas posibilidades de transformación para la agricultura, tan conocidas como experimentadas por los agricultores más especializados de La Palma, que ya convirtieron al Valle de Aridane, hace más de medio siglo, en un verdadero vergel, con un nuevo paisaje antropizado muy singular y de gran valor económico y cultural en la fajana que va desde Las Hoyas hasta el Remo y en la parte alta del cantil, sobre la colada del Volcán de San Juan, en la zona de Las Norias y Hoyo Verdugo.

Los últimos ramalazos del 2021

Año 2021, que nos va dejando un mal sabor de boca y donde el mundo entero insiste dejarlo atrás lo antes posible, con el propósito del que le sustituya, el 2022, sea mucho mejor. Personalmente, yo no sé si será mejor o peor el 2022, pero lo que si tengo claro, es que tendré que vivir con los acontecimientos que vayan sucediéndose, y, eso si que no sé cuales serán. Lo cierto es, que en la actualidad vivimos, en estos últimos coletazos del 2021, vivimos con los miedos, las histerias y con las dudas, pero ello no evita que millones de personas salgan a las calles para celebrar las fiestas navideñas, olvidándose de los contagios y que cualquiera de ellos bien pudieran ser candidatos a pasar por la UCI o morir entubado por el Ómicron o coronavirus.

Más carreteras

El título de este artículo, seguro que le dará urticaria a más de uno, que se pondrán morados por considerarlo blasfemo y fuera del discurso único y oficialista, donde todo se trastoca en un noismo, puramente artificial, publicitario, inconsistente, irreal o demagógico. El ecologismo, vivido como la defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente, es encomiable. Nuestro territorio, alberga una gran riqueza natural, que hay que preservar, dejándola en herencia a nuestros hijos y nietos, como la garantía más valiosa.

Es necesario hablar de la reforma constitucional

Desde una perspectiva histórica, además, puede afirmarse sin temor a exagerar que esta Constitución supone el mayor logro colectivo de los dos últimos siglos en nuestro país. Un logro que es valorado, respetado y celebrado por las generaciones posteriores a las que, con ilusión y temor a lo desconocido, iniciaron el camino de las libertades colectivas en un momento de gran incertidumbre.

Esto no se ha acabado

Nos hemos enfrentado a tiempos extraordinarios y difíciles que no se habían padecido en toda nuestra historia democrática. Nos zarandeó en 2008 una crisis económica terrible que se superó con recortes de gasto público que afectaron a servicios esenciales, como la Sanidad o la Educación, destruyó miles de puestos de trabajo y ocasionó la ejecución de hipotecas y la pérdida de hogares por otras tantas familias. Y pocos años más tarde, cuando aún no se habían superado los efectos de esa gran crisis mundial, nos hemos tenido que enfrentar a una pandemia y a la parálisis del comercio y del turismo en todo el planeta. De nuevo nos ha golpeado una oleada de pobreza, desempleo y depresión.


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