Dianas y dardos en el periodismo
Sin embargo, tengo que reconocer que gracias a las diferentes formas de pensar y de expresar una opinión, somos actualidad. Eso quiere decir que estamos vivos. Del mismo modo, siempre y cuando la crítica sea respetuosa, es digna de respetar. Contentar a una sociedad es tarea muy compleja, sobre todo cuando vivimos en un mundo totalmente desigual e injusto. Para algunos las guerras son beneficiosas y necesarias. Para otros, son innecesarias asociadas a las tragedias y miserias de cualquier país del mundo. Es por ello, que el ser humano camina a través por su manera de pensar, ver las cosas y valorarlas, consolidándolas en razones que él considera que es lo mejor
Casiana Muñoz Tuñón; entre galaxias y emociones
Son las 19:30 horas de un viernes primaveral. Comienzo escribiendo y escuchando una banda musical de fondo de la película Memorias de África. Una música de John Barry, que incluye el adagio del concierto para clarinete de Mozart. Un buen calmante para las noches de insomnio, para pacificar el espíritu, para sumergirte en otra dimensión. Son momentos, donde me refugio para inspirarme a través de la escritura y de paso, agradecer a la vida por darme una nueva oportunidad como regalo de ver un nuevo día, en un mundo maravilloso con escenarios excitantes, bellos, emocionantes, acompañado de un universo vestido de un cielo azul, con noches iluminadas de luces de estrellas, acompañadas del constante juego inocente de las galaxias del firmamento; mientras la luna, con una sonrisa pícara sonríe ante la mirada impertérrita de una mujer extraordinaria, humilde y excelente astróloga, la cual lucha por un cielo más limpio, exento de contaminación lumínica, buscando luces azules que no contaminen el espectro ni la calidad del cielo, pero también de las megaconstelaciones de satélites, con el objetivo de que la humanidad sea más sensible y responsable para que ese techo hijo del universo sea más benigno y pueda ofrecernos una mejor calidad de oxigeno puro y limpio
G21 de escritores canarios/as
Al igual que muchos sectores de la sociedad canaria, el mundo de la cultura atravesó momentos difíciles, especialmente tras la aparición de la Covid-19. Un virus, que se extendió por todos los rincones del planeta tierra, dejando millones de víctimas mortales. Dos años y medio después, aunque todavía el bicho invisible sigue estando entre nosotros, parece ser que ya comenzamos a recuperar una parte de lo que en otra época entendíamos como una vida normal. Sin embargo, las secuelas dejadas de aquellos momentos terribles por parte de la Covid-19, siguen haciendo mella en millones de personas. Tanto psicológicas como físicas. Sin embargo, y un poco más controlado los ´tentáculos´ de ese nuevo virus asesino, el mundo comienza a recuperar la libertad arrebatada.
El mundo rural como protagonista en el siglo XXI
Por otro lado, viendo algunos programas de Jesús Calleja en la pequeña pantalla, tengo que reconocer que en algunos de ellos me he emocionado. Incluso, he derramado algunas lágrimas ante tanta emoción en ver como algunos jóvenes o familias han decidido anclar sus vidas en eso pueblos de tan pocos habitantes. Bien sea poner una panadería, carpintería, consulta odontológica, tienda de comestibles, pescadería, carnicería, churrería o pastelería. Lo cierto es, y ante el nuevo transformismo que actualmente viene teniendo el mundo en este comienzo de siglo XXI, el mundo rural ya se ve como una necesidad imperiosa de habitarlo nuevamente y trabajarlo.
Las ONGs de nuestra tierra
Tiempos difíciles los que estamos viviendo actualmente en este comienzo de siglo XXI, donde unas series de circunstancias han provocado cambiar la vida y el orden de la humanidad en el planeta tierra. Por todo ello, la participación y colaboración de muchas ONGs humanitarias en el mundo se han visto desbordadas ante la precariedad o pobreza de millones de personas. Cierto es, que muchas son las organizaciones humanitarias reconocidas y valoradas por su gran labor solidaria en los países más pobres y en aquellos donde las guerras han provocado muertes y éxodos de millones de personas
Hoy es Ucrania; mañana puede ser Europa
Concluidas las celebraciones de Semana Santa, el mundo sigue su curso natural, pero alterado por las guerras que actualmente siguen activas en muchos rincones del planeta tierra. Concretamente, la que se está desarrollando en Ucrania con las fuerzas militares rusas. Una guerra, que a priori parecía que sería cuestión de días, pero que con el transcurso del tiempo se ha ido dilatando ante la férrea resistencia del pueblo ucraniano y la decepción del genocida de Putín. Sin duda, las guerras lo único que consiguen es cambiar la vida de millones de personas, generar inútilmente las muertes de muchas víctimas inocentes, pero sobre todo saber las clases de personas que las provocan, las cuales carecen de todo tipo de sensibilidad y humanidad
El tiempo también habla
La Semana Santa llegó en un momento, donde millones de personas se evadieron para olvidar todo lo que ha sucedido en los casi tres últimos años y lo que actualmente sucede en el mundo. Evasión festiva en todos los sentidos, especialmente evitando ver la televisión, escuchar la radio y medios escritos, tanto en papel como digitales. Sinceramente, lo comprendo, pues el machaqueo del día a día ofreciendo las noticias del coronavirus y la guerra en Ucrania, motivan saturar la mente de millones de personas, donde muchos de ellas han quedado psicológicamente muy afectadas.
Guerras y virus, motivarán más pobreza en el mundo
Por si fuera poco, la huelga de transportistas en España provoca desabastecimientos en muchas grandes superficies alimentarias, lo que quiere decir que todo este puzle conflictivo provoca un sunami de extrema pobreza en el mundo. Pero tampoco debemos de olvidar las otras guerras existentes en el mundo, aunque los ojos de Occidente solamente quieren ver la de Ucrania. También, existe otro gran problema como son los cayucos o pateras llegadas de África a Canarias, donde miles de inmigrantes de los distintos puntos del continente africano han muerto en las fosas del Atlántico
Los espejos de nuestros respectivos destinos
Poco a poco parece que vamos recuperando la normalidad tras sufrir durante dos años un verdadero infierno, motivado por la Covid-19. Sin duda, fue una experiencia horrible, rodeada de dolor, impotencia, pérdidas de seres queridos, miedos y un confinamiento que resultó ser muy duro para millones de personas. Por todo ello, comenzaba para todos nosotros una nueva vida; una forma de ser nuevamente aprendices de un mundo nuevo y lleno de incógnitas y de incertidumbres. Lo importante de todo ello, es que hemos sido capaces de vivir con el dolor; mostrando voluntad y superación por seguir luchando contra un virus que también se vio sorprendido por la ciencia. Es decir, unas vacunas y mascarillas que han servido para reducir el índice de mortalidad por los efectos de la Covid-19.
La bofetada del siglo XXI
La bofetada del siglo XXI es sin duda la que protagonizó el actor Will Smith en la gala de los Óscar, siendo el agredido el presentador, humorista Chris Rock. Sin duda, opiniones y debate para todos los gustos. Una acción violenta que no deja de ser curiosa. Es decir, criticable y condenable en casi todos los ámbitos sociales de Europa, pero vendible en todas las portadas del Occidente como negocio. Cuanta hipocresía y falsedad en este escenario del planeta tierra, donde los actores humanos se disfrazan o maquillan de personas perfectas, convirtiéndoles en jueces de los defectos de los demás, pero sin mirarse los que tienen ellos