07.10.2023 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
La tierra esta seca, agrietada por falta de agua. El calor se convierte en protagonista negativo de una estación anual que se resiste darnos un breve descanso para generar lluvias que permitan alimentar los campos agrícolas y limpiar la atmósfera contaminada atmósfera contaminada. Un calor, que sigue provocando incendios en el pulmón de nuestros montes y dejando seca las tierras de cultivos.
El cambio climático esta haciendo estrago en el mundo, pero seguimos siendo tan depredadores que nada nos hace cambiar a la hora de cuidar y respetar el escenario del planeta tierra donde vivimos.
El mundo sigue revuelto, lleno de locura y odio fabricado por los humanos, los cuales caminan en muchas ocasiones sin ideas a donde quieren ir. De la misma manera, oleadas masivas de inmigrantes africanos huyen de su país buscando una vida mejor, donde todos ellos se exponen a una muerte cruel, teniendo como cementerios final las fauces del mar atlántico, pero eso poco importa a las clases políticas, las cuales están más preocupadas por lo material que por el compromiso institucional y social del gravísimo problema que actualmente tiene la inmigración africana, pero sin olvidar que Canarias se ve afectada ante la masificación de irregulares africanos.
Sin duda, muchos son los problemas con lo que actualmente estamos viviendo en este comienzo de siglo XXI. Un siglo que provoca la expresión de: ¡sálvese quien pueda¡ Tampoco puedo olvidarme de esa vecina Europa que se encuentra herida de muerte por la guerra invasora de Rusia contra Ucrania. Otra masacre despiadada que Europa ayuda en lo materia, pero no busca soluciones mas efectivas para acabar de una vez por toda con esa guerra generada por una mente enfermiza como es la de VladimirPutin. Así pues, llevamos el veneno dentro de nuestras venas; no somos capaces de buscar fórmulas o alternativas que permitan hacer un mundo más justo dentro de un orden social, político y económico.
En fin, dejando toda esta reflexión a un lado, no pierdo la esperanza de que pronto las lluvias se dejen ver por Canarias. Necesitamos agua para que nuestras tierras se empapen y el agricultor pueda sembrar la semilla necesaria que el ser humano necesita.