Abocados a un gran domingo electoral en mayo

Todo parece indicar que la actual legislatura concluirá en los próximos meses si, como es de esperar, el presidente Pedro Sánchez no se atreve a presentar el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene, ante la más que previsible derrota parlamentaria en el Congreso de los Diputados, al no contar con el apoyo de catalanistas y otras minorías que sí le apoyaron para derrocar a Rajoy e investirlo a él como jefe del poder ejecutivo.

Carlos Alonso y sus guerras institucionales

Tengo entendido, porque me lo han dicho personas serias, que Carlos Alonso Rodríguez, actual presidente del Cabildo de Tenerife, era un magnífico funcionario de la Administración autonómica canaria, que destacaba por su trabajo y eficiencia, pero hemos visto que desde que se metió en política (primero en el Partido Popular y ahora en Coalición Canaria) es un auténtico desastre, con mucho afán de protagonismo personal, con demasiadas ambiciones y, sobre todo, un verdadero liante.

Nos cargamos el paisaje isleño

He estado viendo estos días fotos antiguas del Valle de La Orotava y de la Vega lagunera y les confieso que solo me ha faltado llorar, al contemplar como en apenas un siglo nos hemos cargado el paisaje rural isleño, que tenía tanta belleza y encanto. No hemos tenido conciencia de que vivimos en un territorio muy reducido, limitado por el Océano Atlántico, que estamos en una Isla muy pequeña, de apenas dos mil kilómetros cuadrados, a pesar de ser el peñasco más grande de las siete de este Archipiélago. Tenemos que acusar de estos atentados contra el medio ambiente, en primer ligar, a alcaldes y concejales de urbanismo de distintos municipios, que han permitido con descaro, a lo largo de los últimos años, absurdas recalificaciones del terreno cultivado para convertirlas en zonas edificables. En segundo lugar, esa permisividad oficial, facilitó que los millares de emigrantes tinerfeños a Venezuela, sobre todo, y que retornaron con sus ahorros a su tierra natal, después de una sacrificada experiencia en el exterior, construyeran casonas de mal gusto, verdaderos mamotretos en las medianías de la Isla, al lado mismo de las carreteras comarcales y también en medio del campo. Esas casas nada respetuosas con el medio ambiente fueron levantadas a lo loco, sin cubiertas de tejas, con amplias azoteas y balcones de hormigón y cemento. Era la moda traída de la llamada octava isla (la república hermana en América) y del urbanismo dislocado de Carcas y otras ciudades el país caribeño. Eran y son, viviendas de dos pisos, que constan de un gran "salón" en la bajera, para almacenar los aperos y aparcar sus furgones, sus cuatro por cuatro y sus "Berlingo". Viviendas que fueron construidas con balcones antiestéticos (no de madera, como se usaba en la arquitectura tradicional canaria) y que, eso sí, están dotadas de dos baños (uno para uso familiar y otro para enseñárselo a los vecinos y conocidos); y con dos cocinas, la de diario, con materiales de muy mala calidad, que está ubicada en el propio salón de la panta baja, y otra cocina de diseño, con materiales de lujo, siempre limpia como una patena, para tomar en ella las tazas de café con las visitas y presumir de mobiliario. Con esa mentalidad tan bruta e inculta como agresiva, Tenerife se ha llenado de esta mamotretos horrorosos, a diferencia de la vecina y cercana isla portuguesa de Madeira, que puede presumir con orgullo de su estética urbanística, con bellísimos núcleos rurales y con una capital, Funchal, donde predominan las cubiertas de tejas, excepto en algunos edificios oficiales y hospitalarios y en la zona turística, cercana al la ciudad principal. En tiempos más reciente, hemos asistido a la proliferación del levantamiento de viviendas adosadas, por parte de constructores sin escrúpulos, que han ocupado parcelas rurales y que han salpicado con numerosos baterías de estas viviendas que seon consideradas por muchos como chalecitos, con balcones imitadores de los típicos canarios, pero construidos con aluminio y en los que las maderas nobles brillan por su ausencia. Estos constructores ávidos de ganar dinero rápidamente, han hecho centenares de estas viviendas, con fachadas encarnadas, color calabaza (que no ocre) o azul añil, nada que ver con las tradicionales casas de campo canarias, por lo general terreras (de una sola planta), con fachadas blancas y puertas y ventanas de color verde hierba. Menos mal que las autoridades insulares determinaron preservar, hace años, el cuarenta por ciento del territorio tinerfeño y por lo menos se ha logrado respetar la corona forestal y las cumbres tinerfeñas, pero lo cierto es que en las medianías y en las costas la hemos cagado, porque esta Isla se degrada a pasos agigantados y, por ello mismo, es cada día menos bella y atractiva para los propios nativos y para los centenares de miles de turistas que nos visitan cada año. Esa es una de la terribles herencias que les dejamos a nuestros hijos y nietos y a las generaciones futuras. Y todos, absolutamente todos nosotros, por acción u omisión, tenemos nuestra cuota de culpa.

Siempre a favor de la sanidad pública

Siempre he sido favorable a que la sanidad sea pública, universal y gratuita, de la que ciertamente no tengo ninguna queja, porque funciona relativamente bien en nuestras Islas, a pesar de tener unos gestores políticos tremendamente deficientes, lo que mucha veces se contrapesa con el esfuerzo humano de un personal muy sacrificado, con unas plantillas profesionales escasas. De hecho, médicos, enfermeras, técnicos, administrativos, auxiliares y demás empleados del Servicio Canario de Salud están saturados de trabajo y existen de hecho muchas deficiencias, pero la Sanidad pública cumple una función social imprescindible. Muchas personas eligen seguros médicos (caso de los funcionarios de la Administración General del Estado, como docentes, policías y otros empleados públicos) porque entienden que la Sanidad privada es mejor, cuando eso es rigurosamente falso. Igual otras personas se gastan sus dineros en contratar seguros de compañías privadas, que en realidad no tienen listas de espera para que sus pacientes sean atendidos por médicos especialistas y, en caso de ingreso en una clínica los pacientes pueden estar acompañados por las noches de su pareja o de otro familiar cercano. Todo lo pintan muy bonito, pero las apariencias engañan. A los especialistas las compañías de seguros les pagan cuatro perras por consulta y en los centros que no son públicos no hay especialistas de guardia las 24 horas del día, como en las urgencias de los hospitales públicos, y --por supuesto-- los cubículos de vigilancia intensiva en las clínicas, en muchos casos, no cumplen con los exquisitos mínimos exigibles. Hay que tener en cuenta que los empresarios de la Sanidad privada no son hermanas de la Caridad y si han invertido su dinero en el sector es para ganar dinero, cosa que no ocurre en la Sanidad pública, cuyo principal objetivo no es de rentabilidad económica, sino de atención a la salud de los pacientes por encima de los costes que cualquier dolencia pueda representar. No se fíen de las apariencias externas... Les voy una contar una anécdota sobre la sanidad privada, que la he vivido en propia persona. Hay un centro de rehabilitación en Santa Cruz de Tenerife, concertado con el SCS, el que te obligan a usar varias veces material de un solo uso desechable. En concreto, me refiero a las sábanas de papel que te ponen cuando tienes que estar en una camilla. En este centro te indican que te lleves la sabanita de papel a tu casa y que la vuelvas a llevar en la próxima sesión. Pues sí que ahorran en la sanidad privada.

Aquí está la construcción, una buena noticia

Las infraestructuras son inversión productiva, lo que hace prioritario mantenerla e incrementarla, para no retroceder económicamente.

Con una diana en el pecho

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Una herramienta para hacer una Canarias mejor

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(2-0) El Tenerife sigue sin ver puerta y pierde en Pamplona

Y, lo que es peor, con una dinámica alejada de la fortuna, porque aunque crea algunas ocasiones de gol no tiene suerte, absolutamente enemistado con ella, mientras a los rivales les sale todo

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