El confinamiento (Covid-19)

En marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía pero a partir de ahora, también será recordado como el mes que nos cambió la vida para siempre y no precisamente a golpe de versos.

Vivir no era lo que pensaba (Covid-19)

Regreso a este lugar donde tantas veces he encontrado la calma, en un momento que, imagino, todos hemos calificado como poco de "surrealista". Nos levantamos cada mañana deseando conocer la evolución de esta crisis sanitaria que nos ha cambiado la forma de ser y de sentir; que nos ha puesto la vida patas arriba y que se ha metido dentro de cada uno de nosotros en forma de nudo; de esos que aprietan fuerte y cortan las respiración. Aunque hablo metafóricamente, esta pandemia protagonizada por un único enemigo llamado COVID-19 o Coronavirus, ya le ha quitado la respiración a miles de personas en todo el mundo. Ellas no tendrán la oportunidad de contarle a las futuras generaciones cómo un bicho invisible nos cambió la vida, nos arrebató la libertad durante un puñado de días y arrasó con la sonrisa de tanta gente. Ellos no podrán recordar esta pandemia como un mal sueño porque ya duermen eternamente. Mientras la mayoría de la población intentamos resguardarnos del enemigo, miles de personas siguen trabajando, luchando y exponiéndose cada día al contagio, para tratar de frenar y controlar este monstruo sin piedad que nos vapulea desde su privilegiada posición de invisibilidad.

Si te has de marchar

Si te has a marchar tómate un tiempo para hacer inventario de lo que debes llevarte. Nada de lo que dejes volverá a ser tuyo. No te consentiré entrar de nuevo en mi vida, aunque tenga que cambiar todas las cerraduras que conducen a mi. Si te has de marchar, calcula el espacio disponible en tu equipaje, para que guardes cada una de las mentiras que inventabas. Los "te quiero" que fingías, las fotos de nuestros viajes y las cartas que te escribí.

¡Llegó el carnaval¡

Por: Magdalena Barreto González Las calles de la ciudad se han vestido de colores brillantes. Una marea humana se divertirá al compás de la música de las orquestas, las carrozas, los kioscos o los tambores, dejando a un lado la rutina y los problemas cotidianos para disfrutar de una fiesta de interés turístico internacional; el Carnaval de Tenerife. El Carnaval cumple con su esperadísima cita anual y las lentejuelas, las plumas, las pelucas y los accesorios más extravagantes compiten en originalidad, para dar vida a cualquier personaje. La imaginación sube a la palestra y los baúles olvidados se abren de par en par para rescatar sueños. Durante los próximos días, los disfraces improvisados o aquellos que han requerido de una elaboración más cuidada, servirán para sacar el verdadero yo que todos llevamos dentro y convertirnos durante unas horas en quien nos apetezca. Policías que no han tenido que opositar, bomberos que jamás se han enfrentado a un fuego, novias a la fuga, payasos con nariz de goma, brujas sin poderes mágicos, duendes y hadas, extraterrestres de este planeta, hombres que se convierten en mujeres, piratas sin pata de palo, héroes de cómic, o cualquier personaje u objeto que alguien sea capaz de imaginar. Todo vale en el Carnaval chicharrero donde la fiesta, hasta que llegue el alba o hasta que el cuerpo aguante, está más que asegurada. Disfrazamos el cuerpo y desnudamos el alma, nada es lo que parece, y sin embargo todo es real. Derroche de alegría, de humor y de ingenio. Ganas de pasarlo bien, de aprovechar cada minuto sabiendo que es la oportunidad ideal para transformarnos y evadirnos de lo cotidiano sin tener que dar explicaciones. No experimentamos sólo una transformación física, que es la menos importante, sino también una transformación mental. De repente todo el mundo conoce el mundo tiene una sonrisa en la cara, una palabra amable y una capacidad de oratoria desconocida, aunque probablemente al día siguiente no recuerde la mayoría de los detalles. La predisposición a ser felices porque llegó el carnaval y es la fiesta de todos, es contagiosa. Una fiesta que no entiende de paro, de crisis ni de complejos, en la todos tenemos cabida, en la que "somos más humanos" detrás de la máscara. Al contrario de lo que mucha gente pueda pensar, el mayor riesgo que se corre en el carnaval chicharrero, es el riesgo de sentirse vivo. Es la terapia ideal para sacudirse el estrés, esa enfermedad tan socializada que de una forma u otra todos padecemos en algún momento de nuestra vida, consecuencia directa de los problemas, las prisas, el trabajo o la falta de él. Las noches del carnaval de mi tierra son el pasaporte directo para disfrutar de la vida en otro contexto, para deshacernos de lo que nos pesa en el día a día y sentirnos más ligeros. Aunque mañana los problemas volverán a estar ahí, al menos durante unas horas se han perdido entre la multitud y el ruido. Al igual incluso, también se han puesto su mejor disfraz. Invéntate un personaje, recicla tus sueños y dale vida a tu vida. Don Carnal está en la calle, atrévete a buscarlo, sal a su encuentro. Y como decía la reina de la salsa en una de sus canciones más populares:"la vida es un carnaval, hay que vivirla". A DISFRUTAR¡

San Valentín

Por: Magdalena Barreto González Podría escribir sobre mil cuestiones relacionadas con el amor de pareja y las flechas de cupido. Seleccionar las mejores canciones para declararse, las recetas más dulces para compartir, los regalos más originales para demostrar tu amor o incluso, las frases más románticas de la historia. Podría también hablar de amores de cuento o de película. Amores idílicos, platónicos, utópicos, contradictorios o reñidos; pero hoy, y sin pretender molestar a quienes creen en el 14 de febrero como el día del amor, quiero reflejar en este texto otra visión de San Valentín. Sé que hoy no recibiré flores, ni bombones, ni lencería, ni perfumes, ni tarjetas con palabras de amor. Hoy no tendré que fingir que todo es perfecto, y sin embargo sé que será un gran día. No he dejado de creer en el amor, porque sería como dejar de creer en los sueños, pero que yo sepa no existe el "Día de lavarse los dientes", por poner un ejemplo. Sabes que debes hacerlo y punto, y lo haces cada día por tu propia salud. Si el año tiene 365 días (uno más este año), ¿cómo se puede creer que sólo uno de ellos esté dedicado al amor?, ¿y el resto qué pasa?, ¿acaso vas guardando el amor para sacarlo sólo este día? ¿Hay alguien que riegue sus plantas sólo un día al año y que las mantenga vivas? Hace unos años recibí en San Valentín uno de esos regalos que te hacen sentir la mujer más feliz del mundo y pensar que de verdad eres muy afortunada. ¿Sabes lo más curioso de todo? que quince días después me dejó el corazón roto en miles de pedazos y cientos de preguntas en el aire que hoy sigo sin responder. Pero aquel 14 de febrero, todo era perfecto. Llevo muchas noches escuchando en mi programa de radio favorito, cientos de historias de amor que no termino de entender, protagonizadas por mentiras, engaños, autoengaños, falta de comunicación, dependencia, maltrato emocional, secretos, intereses económicos o personales, obstáculos, miedos, temores, conflictos... Infinidad de historias "de amor" con un mismo denominador común: la falta de amor por alguna de las partes, e incluso por ambas partes. Escucho repetidamente la misma historia con distintos protagonistas, mujeres y hombres, que se sienten presos de unas circunstancias que les impiden ser felices. Incapaces de tomar la decisión de seguir su camino en solitario, de romper una historia de amor que hace tiempo, dejó de serlo. No quiero ser una de esas personas que se derrite cuando su pareja llega a casa, un día como hoy, con un regalo especial y, sin embargo, no recuerda la última vez que le escuchó decir "te quiero", o la última vez que rodeó su cintura de forma improvisada para susurrarle lo guapa/o que está, aunque sepa que tiene un aspecto horrible. No quiero rosas rojas porque justamente hoy "recordaste" que me quieres. Regálame un beso cada día al despertar. Susúrrame que me extrañas aún teniéndome cerca. Hazme sentir que mi cuerpo es tu refugio preferido y que te encanta perderte en mis caderas. Llámame cuando sepas que lo necesito, quiéreme cuando menos lo merezca. Invítame a ser tu compañera de viaje, en las malas y en las buenas. Hazme reír a carcajadas y alíviame las penas. Dame seguridad con un abrazo y mírame a los ojos cuando tema. Quiéreme un poquito cada día, yo te daré la luna entera. Para todas esas personas que celebran el día de los enamorados porque "es lo que toca", porque hay que quedar bien con la pareja o porque se han acumulado los trapos sucios y necesitan con urgencia un buen centrifugado, les dedico una breve reflexión. Cuánta hipocresía envuelta en papel de corazones, tratando de pronunciar el “te quiero” que tantas veces faltó. Quieres hacer de hoy un día especial, sabiendo que tu pareja hace tiempo dejó de ser prioridad. Quieres celebrar una fecha que no deja de ser una más, con flores de vivos colores que pronto marchitarán. Me pregunto: Cuántos cajones vacíos de ilusiones pretendes ahora llenar. Cuántas noches oscuras pretendes iluminar. Cuántas heridas y daños pretendes cicatrizar. Cuántas lágrimas vertidas pretendes hoy recoger. Cuántas palabras no dichas pretendes hoy pronunciar. Cuántas páginas en blanco pretendes hoy escribir. Cuántas caricias perdidas pretendes recuperar. Hoy harás la pantomima fingiendo que todo está bien, preguntándote en un beso, cuándo se dejaron de querer. Para quienes celebran el amor todo el año, y en San Valentín simplemente lo reafirman...FELICIDADES¡¡¡


Tagoror

Síguenos en nuestros canales
de Redes Sociales

Explorar

Explorar Secciones Tagoror