La humildad te hace grande

12.08.2019 | Redacción | Opinión

Por: Sonia Rodríguez Acosta

Coach

La humildad no tiene nada que ver con el poder adquisitivo de la persona sino más bien con la nobleza de su alma. Una nobleza que se ve reflejada en los actos que realiza y en la huella que va dejando por el camino. Un camino que no es llano pero con humildad se lleva mejor. Aceptando el camino como parte de tu vida, no como un castigo, sino algo que nos sirve para crecer. Porque la humildad acepta que somos seres humanos con nuestros errores y aciertos. Se pone de manifiesto integrando todo lo que somos y creciendo con ello. Es así puesto que cuando integras aceptas por lo tanto te liberas consecuentemente creces y sueltas tus alas. La humildad entiende que no eres mejor ni peor que nadie, solo eres tú y ahí radica tu encanto y tú poder. Para mí la humildad del alma y la bondad caminan juntas de la mano. La humildad es generosa, compasiva y empática. Eso hace grande tu alma y corazón, nutriendo a tu esencia de la dulce ternura de tu luz hermosa. La luz entiende que cada gota caerá a su debido tiempo, que por mucho que sacudas el reloj de arena todo pasará en el momento que tiene que ser. La humildad es agradecida con la vida, ese agradecimiento, viene seguido de bendiciones, abriendo corazones y dando paso a la luz. La humildad fluye con la vida, como un rio cuya agua sigue su cauce, sin pararse por las piedras, fluye a través de ellas. La humildad sabe que la vida es un aprendizaje constante, aprende y sigue caminando en este sendero de la vida. La humildad engrandece tu alma, ya que siente el dolor y aprende de él. Es una estrella que te hace brillar, te acerca a otros seres humanos. Te da mucho más de lo que te quita. No es solo una palabra es una forma de vivir, de sentir, oyendo a tu corazón latir. Con todo esto ya sabemos que la humildad gana, no se mete en guerra porque la humildad es paz, reflejando así la luz de tu alma. Recordándote quien eres y de donde vienes, da igual que seas político, rey o peluquero. La humildad que poseas marcara la diferencia en ti.

Todo esto empieza en ti y eres tú el principal beneficiario, ya que te relacionaras mejor contigo mismo, te ayuda a aceptarte tal como eres, tu autoestima subirá y tu calidad humana llenara tu corazón. El autocuidado es humildad sabiendo de tus necesidades, es como un bálsamo para el alma. Perdonando, dejando ir el rencor dando paso al amor.

Redactando este artículo me doy cuenta que humildad y amor van de la mano. Una no puede estar sin la otra y viceversa. La humildad produce paz y serenidad logrando que las personas vivan más felices. El ser humilde es dejar hacer y dejar ser. Enseñar humildad a los hijos es criar hijos más sanos emocional, mental y físicamente. La humildad es un estilo de vida donde el corazón reconoce al alma.

Sonia Rodríguez Acosta

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