31.08.2017. Turismo y viajes
Por: Juan Antonio Narro Prieto
Hace pocas semanas tuve la suerte de viajar hasta Panamá. Quería, entre otras cosas, conocer el gran canal, esa inmensa vía de agua, que une el océano Pacífico con el mar Caribe. Una “autopista fluvial” que supone un ahorro de tiempo, incomodidades, peligros y dinero para todos aquellos barcos que la utilizan. Dicen, con lógico orgullo por esas tierras, que estamos ante la mayor obra de ingeniería de la humanidad.
Pues bien, creo que no hay mejor forma de hacerse una idea de lo que supone que acercarse al “Centro de Visitantes de Miraflores”, cercano a la capital panameña.
Quizás, “la joya de la corona del edificio es su cuarto piso”, donde se sitúa un gran mirador panorámico desde el que se aprecian “in situ” estas colosales esclusas y cómo esos inmensos barcos, llenos de cientos de contenedores, suben o bajan, por el efecto del agua que se inyecta o extrae, con una rapidez indescriptible a pesar de sus grandes tonelajes.
Obviamente, todo está pensado y estudiado a lo grande. Todo es de magnitudes increíbles: el grosor y la altura de las impresionantes compuertas, las locomotoras (también llamadas “mulas”) que ayudan a los barcos a situarse correctamente, el volumen de agua con el que se trabaja, la inmensidad de la obra, el tráfico que recibe anualmente. Todo es, como comentaba, superlativo.
En este mirador privilegiado los turistas, cámara en mano, inmortalizan y graban cada movimiento. Digamos que una instantánea obligada, también para mí, es fotografiarse desde este cuatro piso mientras un gran barco pasa a nuestras espaldas.
No es de extrañar que nada más entrar en este edificio lo primero que se haga es tomar el ascensor y pulsar el botón número cuatro. Ya habrá, más tarde, tiempo para conocer el museo y otras dependencias. Como suele decirse, lo primero, es lo primero.
Cerca de 80 kilómetros que consiguieron que esta vía de conexión interoceánica cambiara la historia de la navegación mundial. Un hito, un referente y el empeño del ser humano, a pesar de las adversidades (enfermedades, problemas climatológicos, aprietos económicos, dificultades orográficas, conflictos de diversa índole, etc.) para conseguir hacer realidad uno de los grandes retos de la ingeniería mundial.