12.02.2017. Redacción.
Por: Sandra Oval
Terapeuta.
A menudo escucho decir que las mujeres somos complicadas, que deberíamos venir con manual de instrucciones porque no hay quien nos entienda. Que además no somos fáciles de conquistar porque ni siquiera nosotras sabemos lo que queremos…¿¿En serio??
Las mujeres no somos en absoluto difíciles, lo que ocurre es que hay que saber cómo conquistarnos y, aunque en general es bastante sencillo, casi siempre nos encontramos con la falsa creencia de que somos algo parecido al Everest, no tanto por lo inalcanzables, sino por lo arriesgado del intento.Con este tipo de pensamientos, al final se termina por renunciar al intento de conquistarla, mostrando como escolta un falso desinterés que a nosotras nos acaba realmente aburriendo, o bien se opta por un intento de acercamiento vulgar y poco trabajado que ya sabe a derrota anticipada y que precisamente por ello suele disfrazarse de pueril pasotismo. Esto también aburre.
El truco para conquistar a una mujer está en hacerla reír. No hay nada que nos enamore más que alguien que nos haga reír a carcajadas, que sea capaz de conseguir que cambiemos, en un instante, la templada humedad de unas lágrimas por la curva radiante de una sonrisa.
Si has puesto los ojos en una mujer, desármala haciéndola reír. No podrá resistirse y además es gratis. Una generosa dosis de risa diaria contagia unas enormes ganas de vivir. Además está directamente relacionada con la pasión, ya que también libera endorfinas a mansalva, como una buena noche de sexo desenfrenado. Ni que decir tiene que, si se dan ambas cosas, el efecto sobre cualquier persona es brutal, adictivo y de agradecer.
Así que mejor ser natural por encima de todo. Las mujeres amamos lo auténtico, tanto si viene envuelto en celofán, como si no. Un amor sin disfraces. Alguien con quien permitirnos ser nosotras mismas también. Y reírnos por favor. Reírnos cuando algo no salga como habíamos planeado; reírnos de una sorpresa disparatada ante la que no sabemos cómo reaccionar; reírnos cuando hacemos un ridículo espantoso; reírnos cuando esa esperada noche de pasión desbocada se convierta en un auténtico desastre y, despeinados, acabemos optando por usar la mesa de la cocina con un fin menos erótico, dando buena cuenta de vaso de leche caliente y un paquete de galletas de chocolate.
Sólo se trata de hacerla reír. No será capaz de seguir enfadada si no puede evitar reírse contigo. No tendrá miedo si consigues que se ría de aquello que le asusta y termine por verlo como algo trivial y manejable. Conquístala cada día con tu sentido del humor. Andar llorando por los rincones ya está muy manido. Basta ya de seguir explotando el papel lacrimógeno y repetido hasta la saciedad, de ser náufrago de los arrebatos del dolor, que llega con el corazón magullado o roto en mil pedazos, pretendiendo conquistar a una mujer despertando en ella la ternura y compasión para “salvar a las víctimas indefensas” del amor malentendido.
Pero por favoooorrr ¿¿¿Quién no ha sufrido por amor??? Todos tenemos el corazón lleno de abultadas cicatrices grandes y pequeñas; superficiales y profundas; algunas de ellas, absolutamente inolvidables. Pero seguimos en la trinchera. ¡¡¡¡Seguimos vivos¡¡¡¡ Un corazón alegre puede con cualquier cosa. La vida es más fácil y más divertida si nos la tomamos con sentido del humor. Basta de atiborrarla con silencios y ausencias. Basta de trucos de magia “ahora estás y ahora no estás” Basta de escenitas lamentables de celos, chantajes emocionales y dudas. Si necesitas abusar de algo, abusa de los detalles que no cuestan dinero. Esos son los que realmente nos tocan el alma…
Porque probablemente esa mujer en la que has puesto los ojos, también tenga el corazón remendado, lleno de costuras recientes que aún duelen. Seguramente ella también estará cansada de lamerse sus propias heridas y de que su rutina al despertar cada mañana sea como una café amargo. Quizás tenga, también como tú, miedo a confiar de nuevo. Pero es una mujer. Saltará. Se arriesgará a volver a entregarse si consigues hacerla reír, porque la vida se trata de eso. De vivir y de que sea absolutamente chispeante y divertido.
Y por Dios, no dejes nunca de mirarla. Hazlo a todas horas. Directamente a los ojos hasta acariciarle el alma; y de reojo, furtivamente, como si su andar te estuviera prohibido. Mírala siempre, como si jamás la hubieras visto antes, como si fuera un milagro. Mírala como un lobo hambriento cuando pase por delante de ti. Que se sienta bella y deseada incluso cuando esté despreocupada leyendo en pijama. Mírala siempre. Nunca dejes de hacerlo. Ella se sentirá segura al desplegar majestuosamente sus alas para ti, liberando por completo su lado femenino rebosante de sensualidad, su amor profundo, su risa contagiosa, su sexualidad urgente, y su fuerza emocional capaz de sacarte para siempre del peor de los agujeros negros en los que, alguna vez, quizá sentiste desaparecer. Ella volverá a iluminar sus rincones olvidados y será entonces cuando la magia hará el resto…
Así que no somos tan complicadas. No hay forma más fácil de conquistar a una mujer que haciéndola reír y no dejar de mirarla jamás…