01.01.2017. Redacción.
Por: Carmen Martell
Mágica, la luna se bañaba en Los Cancajos; yo la contemplaba extasiada.
Era Semana Santa.
Por entonces, la Semana Santa era muy sobria. Durante días, todo era rezo y silencio hasta llegar a la Misa del Domingo de Resurrección.
Entonces íbamos a la playa con guitarras, hacíamos un fuego y “cantábamos” historias. Y él me miraba desde lejos; siempre, durante años.
Pero esa noche…
Esa noche se sentó a mi lado. Sus manos gélidas, buscaron mi cuello.
Esa noche, me besó. O quizá no. Tal vez fue solo el aleteo de una mariposa sobre mis labios.
Al despuntar el alba, él miraba al suelo; sus ojos me buscaban desde allí mientras el rubor subía a su rostro.
Así me sigue mirando desde entonces.
Él, aún piensa que lo soñó.
Y desde esa noche, y para siempre, Breña Baja fue mágica.