19.07.2017. Rdacción / Opinión
Por: Rafael Lutzardo
Los excesos de celos en determinadas profesiones, objetivos y metas suelen tener resultados negativos a corto plazo. Es decir, lo que has construido en varios años, lo acabas de destruir en unas semanas. Digo esto porque a lo largo de mi vida he visto como muchas personas han querido hacer lo que en realidad no saben. Es decir, se comprometen hacer cosas que no entran en sus experiencias, conocimientos, habilidades y profesiones. Es por ello, que los excesos de celos profesionales motivan errores y muchas equivocaciones, con resultado altamente negativos y que luego ya no se pueden recuperar. No descubro nada nuevo, si escribo que el comienzo de cualquier proyecto siempre suele ser difícil y comprometido. Sin embargo, y tras muchos años de trabajo y sacrificios, muchos de ellos se consiguieron, motivando credibilidad, confianza, seriedad e importancia de cara a las sociedades donde se generaron. Es decir, todo proyecto es como una liga deportiva profesional. Subir cuesta mucho, pero bajar, muy fácil. Los proyectos, los trabajos y los objetivos tienen que ir ligados a las sociedades, pues son ellas las que te juzgan, las que creen, las que aportan alternativas y soluciones, aunque no siempre algunas de ellas son así. Los mismo sucede con las instituciones gubernamentales, las cuales se rigen por unas directrices de áreas locales, nacionales e internacionales, motivando que cada responsables de las mismas tengan unas partidas presupuestarias para los distintas demandas sociales. Sin duda, las personas estamos en constante aprendizaje, donde el conocimiento se queda obsoleto, y por eso hay que estar en constante reciclaje, además el conocimiento genera conocimiento que ayuda a ser más creativo, tener una mente abierta y ser más resolutivo ante los problemas.
Sin embargo, las personas que viven aferradas a sus respectivos egos o que se creen superiores y no ven la realidad de sus propias existencias o de cómo son, están avocadas a un error de pensamientos que intentan hacer una presentación de cómo a ellos les gustaría ser, en vez de cómo son en realidad; lo que significa que ellos mismo se están engañando. Es por ello, que ese ego engañoso y negativo ego se convierte en una máscara social; en un papel que los alejan cada vez más de los que son en verdad. Ya lo dice el propio refrán: Zapatero a tus zapatos. Las personas deben juzgar sólo lo que entienden o no realizar tareas que desconocen. Una cosa si tengo muy clara: si no sé una cosa me apoyo en la persona que la sabe. Los excesos de pasiones, de ilusiones, de sueños de solidaridad, de querer hacer las cosas lo mejor posible en cada sector laboral, son loables; pero si no sabemos reconocer nuestros errores o nuestros defectos o nuestras prisas, los resultados pueden ser negativos a corto plazo. Otro de los ejemplos más reales de la vida en lo que respecta a los múltiples proyectos lo podemos encontrar en un restaurante, el cual su dueño o socio apostaron por un proyecto empresarial. Tuvieron que esperar varios años para granjearse la confianza y la simpatía de una clientela fiel y contenta con el trato obtenido y por la calidad de sus productos. De lo contrario, si el trato y la calidad de la comida no hubieran sido positivo, el restaurante perdería una clientela que jamás recuperaría y el proyecto hubiera fracasado. Dicho esto, quiero demostrar que en la vida todos estamos aprendiendo de todos. Que cada día es una nueva prueba, un nuevo examen. Y para ello, debemos de apoyarnos entre todo, especialmente cuando vayamos a realizar cualquier tipo de proyecto que pueda ser espejo de vivencias y emociones contenidas en las sociedades presentes y venideras. Mi profesión es la del periodismo. De lo contrario, y si quiero hacer algo distinto a mi profesión, tendré que apoyarme y aprender en aquellas personas que saben otras especialidades en el mundo profesional. Y nunca mejor dicho de ese refrán que proviene de la Grecia clásica el cual señala: Zapatero a tus zapatos.