Votar a los dieciséis

20.04.2025 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro de Bernardo

adebernar@yahoo.es

No lo veo. Lo intento y vuelvo sobre lo mismo. Pero no. No lo veo. Votar a los dieciséis años me llega tan controvertido, tan poco claro… que se me resisten las explicaciones coherentes. Pregunto: ¿Hay alguna necesidad que se me escapa para que se plantee esto ahora? ¿No les dice nada que de los que ya pueden votar por haber sobrepasado los dieciocho, casi una tercera parte no quisieran hacerlo en las últimas elecciones? ¿No sería más interesante movilizar a ese treinta por ciento para que vayan a votar? En fin, yo que presumo de no haber faltado a ninguna cita electoral, por una cuestión de principios democráticos, rechazaría la propuesta.

Y es que entre otras razones, a día de hoy, tras tantos años de estudio de las opiniones, de las aficiones y comportamientos humanos, de los infinitos sondeos de opinión, es muy fácil saber qué partidos saldrían beneficiados y cuáles los perjudicados. Uno, que no dispone de esos datos, se aventura a decir que la izquierda -a pesar de lo que pudiera parecer- saldría descalabrada. Y aquí brota el aparente sinsentido: si lo anuncia una ministra del gobierno que es de izquierdas –aunque no socialista-, con lo que según mis teorías les acarrearía malos resultados… ¿a qué están jugando? ¿Qué siniestra partida con cartas marcadas se está dilucidando? Habrá que preguntar a Sumar. De todas formas, bien sabido es que históricamente, la izquierda no necesita que la asesinen, ya si eso… ellos solos se fagocitan.

Mas hay otra realidad que tampoco podemos ignorar. A los 16 se puede ser muy maduro y responsable y todo lo contrario. Para eso no es la edad lo único que marca la diferencia, sino las experiencias que hayas tenido que afrontar en la vida y lo que hayas luchado, porque filosofar en vacío no alimenta. Ahora bien, yo veo gente de todas las edades que pasan de la política y que están intoxicados por el veneno que tragamos todos los días, pero lo que más veo sobremanera, es que la juventud incluso de veinte y veinticinco pasa absolutamente de todo lo relacionado con ella de forma mayoritaria, que se informa exclusivamente a través de las redes sociales. Y ahí está el peligro. El algoritmo alienta y alimenta la polarización. Y esta es la realidad: conocen la última chorrada que dice el de Desokupa pero no saben el nombre de un solo ministro o portavoz parlamentario de ningún partido. Y este efecto es aún peor cuanto más jóvenes.

Los chicos y chicas de 16 están más preocupados por salir con amigos y amigas, por elegir bien sus estudios y por las vivencias propias de la edad. Es cierto que las generaciones anteriores teníamos una carga de responsabilidades de la vida a edades que ahora no se tienen y eso nos hacía madurar en algunos aspectos mucho antes. Ahora bien, votar, como todos los derechos, deberes y responsabilidades deben ser ejercidas por adultos de pleno derecho, que respondan ante la ley por sí mismos de las consecuencias de sus actos a todos los niveles. Hoy, a los dieciséis años, se pueden hacer unas cosas importantes y sin embargo otras más simples no, pero no son considerados adultos de plena responsabilidad, con lo que la propuesta de ley resulta coja y fuera de lugar. Un dardo envenenado de la ministra de Sumar contra su socio mayoritario de Gobierno. Y si no… que lo expliquen.

Y que conste que no estoy en contra de ese voto por cuestiones de falta de madurez intelectual a esa edad, aunque a muchos los hemos infantilizado con tanta sobreprotección,  pero es también muy evidente que mucha gente vota con las tripas, con las emociones y no con el cerebro, hablo de raciocinio, de entendimiento, discernimiento, conocimiento e inteligencia. Y así se da que hay ratones que inexplicablemente votan al gato. O inmigrantes a Trump.

Feliz domingo.

 

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