21.06.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Ha aparecido una serie de vicios ocultos importantes en la construcción del grandioso Auditorio de Tenerife, ese capricho que el fallecido Adán Martín Menis hizo realidad a un sobrecoste desmesurado y vergonzoso, fallos que han sido denunciados por técnicos de la institución insular y que achaca a una supuesta mala praxis en la ejecución de la obra, diseñada y dirigida por el famoso ingeniero y arquitecto valenciano llamado Santiago Calatrava.
El señor Calatrava ha tenido numerosos problemas, entre otras cosas porque sus ideas al convertirse en realidad se han convertido en inmuebles de muy elevado coste, hasta tal punto que inicialmente el Auditorio de Tenerife iba a costar entre tres y cuatro mil millones de las extintas pesetas y acabó costando cerca de veinte mil.
Tras las reclamaciones oportunas del Cabildo Insular, el señor Calatrava se ha lavado las manos como Pilatos y niega que ni su estudio ni él mismo tenga nada que ver con los numerosos fallos y vicios ocultos detectados, echando toda la culpa de las chapuzas a las empresas que ejecutaron las obras, con lo que todo parece ser una auténtica tomadura de pelo del artista valenciano hacia la corporación insular y hacia el pueblo isleño, hasta el punto de que el tal Calatrava ha llegado a afirmar, en alguna ocasión que Tenerife no merece la calidad y categoría de sus obras.
Encima de soberbio y displicente, este proyectista levantino parece ser de baja estofa y de no estar a la altura de la fama y del prestigio que se le presumía cuando al Cabildo que presidía Martín Menis se le ocurrió contratar sus servicios.
Otra metedura de pata muy grande (y van troecientas…) de los dirigentes de AT-ICC, que ejercen el poder político en estas Islas casi desde que el general Franco fue cabo.
¡Qué desgracia de Isla, de políticos y qué cara más dura¡ Prefiero no seguir escribiendo del asunto, porque no quiero que mi salud empeore por culpa de unos ineptos presuntuosos. Lo peor del caso es que todas estás cosas de Pepe Gotera y Otilio las terminamos pagando todos con el dinero del erario público. ¡Qué asco¡
¿Quién va a resolver este auténtico escándalo?