26.06.2017. Redacción / Opinión.
Por: José J. Rivero
Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez
Cuantas veces sin darte cuenta te has visto dandole vueltas y vueltas a una misma idea sin poder parar. Cuantas veces habrás tenido ganas de gritar en voz alta o decir: Para ya¡¡
Nos enganchamos a ideas recurrentes que nos cuestionan constantemente, pensamientos de planes o decisiones que tuvimos que haber realizado y que no fuimos capaces de hacer. Toma de decisiones que no fueron buenas y que cada día te recuerdas. Sin más nos conectamos o enganchamos a un mismo hilo conductor de pensamiento que nos dice cosas, la gran mayoría negativas sobre nosotros mismos.
Aunque ciertamente ese no es el problema, ya que este proceso es propio y natural de las personas, lo complejo en todo este proceso es poder cortar y desenganchemos de este hábito de dar vueltas constantemente a las cosas.
Aprendemos a responder de forma que cuando hay algo que capta la atención de nuestra mente esta se engancha y se retroalimentar en la búsqueda del control que le permita bajar su nivel de inseguridad.
Como vemos es una lucha de nuestra mente por engañarnos intentado que sin querer no afrontemos esas situaciones que nos sacarán del problema. Volvemos a mi proverbio chino favorito y que he incluido en mi libro: El diario de la Felicidad Compartida, que dice: Si tienes un problema por qué te preocupas y si no tienes un problema, ¿por qué te preocupas? Ocúpate de solucionar esa situaciones y no de perderte en ese Matrix al que denomino el mundo de las ideas, como diría Platón.
Sin duda obsesionarnos con las cosas, rumiar o poner la lavadora (como digo en mi sección Positiva Hoy de Tiempo de Alisios en la Radio Autonómica de Canarias) es una estrategia que lo único que hace es que demos vueltas a las mismas ideas.
En ocasiones parece que lo utilizamos como una coartada emocional ya que nos produce la sensación de que hacemos algo de que nos ponemos en marcha en post de una solución, parece que caminásemos en la dirección de esa meta sin, aunque realmente no hacemos nada.
Sin duda debemos de aprender a cortar esta forma de pensar circular, utilizando nuestra percepción, bien desde la atención plena, es decir generando el hábito de prestar atención a lo importante de nuestra vida, lo presente. Y por otro lado es fundamental que aprendamos a saborear nuestra vida, maravillándonos en la oportunidad como elemento esencial de la felicidad.
Además es importante que aprendamos a diseñar objetivos propios que nos pongan en marcha, que sean favorecedores de encontrar soluciones y no verdaderas trabas. Objetivos que respondan a metas diarias y asequibles. Todo ello dentro de nuestro plan de acción que responde a la estrategia de encontrar sentido en nuestra vida.