17.11.2018. Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Un año más, la Navidad en Venezuela se vive desde la tristeza y por la actual situación precaria política y social por la que atraviesa país caribeño. Según señala la ONU, alrededor de 2,3 millones de venezolanos han huido del país como consecuencia de la crisis, motivado por la falta de alimentos y de medicinas que sufre la población. La mayor parte de las personas que han abandonado Venezuela se han dirigido a Colombia, Ecuador, Perú y Brasil. Todos los periódicos internacionales destacan la realidad actual del país caribeño, reflejando una inquietud y preocupación en cada una de sus respectivas informaciones. Venezuela, llora a sus muertos, a sus seres queridos que han tenido que salir del país. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) señalan que unos 2,4 millones de refugiados y migrantes están ahora en otras naciones de América Latina y el Caribe, y que el resto se encuentra en otras regiones del mundo.
Ya es noviembre y los adornos de Navidad brillan, pero por su ausencia, mientras muchos ciudadanos bromean sobre los gramos de jamón o queso que podrán comprar al cobrar sus aguinaldos pues no alcanzará para nada más, sin contar con que serán pocos los niños que recibirán los regalos que le pidan al "Niño Jesús". La hiperinflación dispara los precios todos los días, no hay efectivo en la calle, las tradiciones navideñas están solo al alcance de los privilegiados por la revolución, las medicinas siguen sin encontrarse y las imágenes de niños desnutridos resquebrajan el ánimo del país. Las colas que se observan por doquier son para comprar alimentos a la desesperada y no para adquirir juguetes, convertidos en productos de lujo inalcanzables para el pueblo.
Es por ello, que los venezolanos, junto con las colonias canarias, prevén unas navidades más amargas. A la inflación del 2.000% se suma la falta de efectivo en los bancos, la escasez de productos alimenticios, medicamentos, gasolina y gas, los apagones y, peor aún, la ausencia de esperanza de un cambio. El ingenio y la solidaridad de los venezolanos amortiguan las penurias de la crisis, aunque muchos coinciden en que lo peor vendrá en enero, cuando los comercios se vacíen sin posibilidad de abastecimiento inmediato, ya que las empresas se han declarado en vacaciones colectivas en diciembre y no hay reposición de los productos.
Ni que decir tiene, que a lo largo de esté casi finalizado años 2018, muchos han sido los canarios que han dejado todas sus pertenencia para dejar el país que gobierna Nicolás Maduro, con el propósito de instalarse definitivamente en España. Cientos de canarios que han retornado con sus respectivas familias tras llevar toda una vida en Venezuela, se han visto obligados a emigrar con lo puesto ante la escasez de alimentos, medicinas e inseguridad. Dios quiera que estas navidades, con la grave y bestial crisis a la que esta siendo sometida por el gobierno chavista, la población civil venezolana pueda alimentarse del amos y cariño de sus seres más allegados. Sin duda, al igual que años anteriores, el 2018 será para el pueblo venezolano un año para olvidar.