Vaya formas de pretender a una mujer

13.07.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Me han contado algo que no termino de creer. A una joven que vive en Tenerife le empieza a "mover el piso", como dicen en Venezuela, y la chica se ilusiona y acepta una invitación de él para ir a Gran canaria a pasar un fin de semana y conocerse.

La muchacha tomó las debidas precauciones y aunque él le reservó un apartamento en el sur de la Isla, ella al llegar al destino abonó su cuenta, además de pagarse el pasaje del barco y el de su coche, que desplazó a la vecina Isla.

La pareja quedó en un sitio donde verse y allí acudieron los dos y tras hablar un rato decidieron ir a comer juntos, por invitación de él. Cuál sería la sorpresa que al pedir la cuenta, el pretendiente le dijo a la chica que tenían que pagar a medias porque él no disponía de dinero en ese momento.

O sea, que el caradura invita a la muchacha a su Isla, ella para evitar mayores compromisos abona la cuenta de su apartamento y se hace cargo del gasto del desplazamiento y encima le pide que paguen entre los dos el almuerzo.

A mi me parece que ahí se acabó todo el encanto de la cita amorosa, como así fue. Se necesita tener poca vergüenza para quedar con una mujer y hacerle una trastada como esa, sabiendo además que la joven ya había desembolsado un dinero para poder acudir a la cita.

Hay cosas que realmente no termino de entender y que desde luego, en mi época no pasaban. Entre otras cosas porque los hombres no permitíamos chulerías de esa categoría. Vaya forma de cortejar a una mujer. Bien merecidas las garbanzas que recibió, desde luego.

Les puedo asegurar que esta es una historia real, que sucedió tal y como les cuento. ¡Qué pena, de verdad¡ Y el "caballero" en cuestión no es ningún mindundi, encima...

Sé de otro caso de un noviazgo que se rompió porque la joven, una reputada médico especialista, se hartó de que su novio, un conocido periodista tinerfeño y presentador de televisión, no hacía sino vivir del cuento y nunca abonaba una consumición ni ningún almuerzo o cena a la que acudían. Otro tío con un rostro que se lo pisaba, hasta que la gota colmó el vaso... Me parece a mí que mucho fresco anda por ahí suelto, por no llamarlos de una forma más cruda.

No digo que el hombre corra siempre con todos los gastos de una pareja, pero que al menos se compartan o se alternen. 

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