08.01.2024 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Un año nuevo con ganas de vencerlo, con el convencimiento certero de que vamos a ganar las batallas que seguro se nos van a presentar, es la mejor disposición, anímicamente, que tenemos que interiorizar, para después aplicarla a la convivencia concreta. Seguir adelante con fortaleza, ya es una victoria, porque significa vigor en lo que pensamos, instalando positividad; hablemos, aportando tranquilidad y obremos, para hacer todo no sólo bien, sino mejor, con excelencia. No se puede olvidar que la misma fortaleza, es una virtud cardinal, consistente en vencer el temor y huir de la temeridad. Es un verdadero atrevimiento, que lleva implícita energía provechosa, por lo que hay que asumirlo como el reto para enfrentarse a las dificultades con decisión.
La unidad, como generadora y lazo de conformidad, es una alcazaba, que no sólo tiene un aspecto defensivo, importante en sí mismo, sino que también, nos empuja a la embestida que sea indispensable, para lograr objetivos, incluso ambiciosos. Nuestra isla tiene múltiples problemas por solucionar, no es que sea un caso paradigmático, porque también existen dificultes en el resto del Archipiélago Canario, pero si tenemos un defecto que nos particulariza por encima de los demás y que no es precisamente beneficioso, es la falta de entendimiento, consenso, escucha o acuerdo, en los asuntos transcendentales para nuestro presente y futuro.
Aquí, algunos, especialmente con responsabilidades públicas, profesionales, económicas o sociales, quieren ser decretadores únicos y absolutos de lo que se haga en la isla, para ellos sólo vale su opinión, machacando a quien se le ponga delante o tenga la osadía de contradecir sus pareceres, porque se creen y además ejercen, como los únicos que llevan por montera la exactitud, queriendo ser el árbitro del partido, el entrenador del equipo, o el sargento chusquero de turno, recuérdese que era aquel que ingresaba en el ejército como soldado raso y por permanencia, resistencia, capacidad de aguante, lograba unos modestos galones, que les daba una autoridad bastante molesta. Estos son iguales.
Tenemos, por responsabilidad, que hacer abandonar ese egocentrismo instalado cual virus tóxico, porque es precisamente lo que, de manera recóndita, es decir, muy escondido, reservado y oculto, ha provocado la desvertebración insular que sufrimos. En Tenerife, no sale casi nada adelante, porque todo se discute hasta la eternidad, por eso, no se ejecuta nada, ya que siempre alguien pone un punto y coma de más, pasándose de listillo o buscando un reconocimiento para la historia. No se conoce el cromatismo, conjunto o gama de colores, sólo el negro o blanco, es decir, lo que el sujeto de turno propone, porque si no sale adelante, ya se encargará de obstaculizar, además como mucho ahínco, cualquier otra alternativa posible. Con una expresión coloquial, a estas lumbreras, les “importa un pito”, los intereses generales de la isla, solamente están, viven y fastidian desde su propio ser pensante.
Ha llegado la hora, nunca es tarde, el momento es verdad que es apremiante, pero el tiempo perdido se puede recuperar, de buscar lazos de unión, apartando particularidades, muchas de las cuales son las antedichas y otras insustanciales, para que congregados en una idea irrenunciable de potenciar y hacer avanzar a Tenerife, sepamos ceder lo propio o exclusivo, por supuesto, sin dejar de ser lo que cada cual, a nivel personal o entidad es y significa, para consensuar una coincidencia favorecedora, que haga posible, que se ejecuten los grandes proyectos de infraestructuras que la isla, en boca de sus ciudadanos, suplica angustiosamente. Es posible lograrlo, porque un pesimista ve dificultades en cada oportunidad. Un optimista ve oportunidades en cada dificultad.