03.04.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
El Tribunal Supremo ha ratificado la condena de siete años de cárcel que impuso la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife al exalcalde de Santa Cruz de Tenerife y exsenador de CC, Miguel Zerolo Aguilar, por los delitos de malversación de caudales públicos y prevaricación, por la operación de compraventa del frente de la playa de Las Teresitas.
Además, se mantiene la misma pena de siete años de cárcel para el exconcejal de Urbanismo, Manuel Parejo; cuatro años y seis meses para el exsecretario de la Gerencia de Urbanismo, José Víctor Reyes; otros cuatro años para el exgerente de Urbanismo, José Tomás Martín y cinco años y tres meses de prisión a los conocidos empresarios Antonio Plasencia Santos e Ignacio González Martín.
La operación se remonta al año 2001 cuando el Ayuntamiento adquirió los terrenos por un total de 52,5 millones, muy por encima del precio de tasación del propio Consistorio, que los valoraba en unos 19 millones.
La sentencia del alto tribunal llega, sin duda, demasdiado tarde (casi dieciocho años después de la comisión de los delitos), por la lentitud de la Justicia en este país, pero no deja lugar a dudas: los acusados delinquieron y, por tanto hicieron las cosas mal, muy mal, en detrimento de la capital tinerfeña, se soibrevaloraron los terrenos comprados con dinero público, y eso es muy grave.
Frente a los que querían exonerar a los autores de estos delitos, como si la ooperación no hubiera resultado un pelotazo urbanístico de libro, con nombres y apellidos muy concretos de personas muy conocidas en la sociedad tinerfeña, ahí tienen el pronunciamiento del Supremo, que además afirma que dicha operación se realizó a sabiendas de lo que se hacía, entre otras cosas, añado yo, perjudicar a los ciudadanos de Santa Cruz y beneficiar claramente a unos empresarios que parece que no tienen, ni han tenido nunca, escrúpulos de ninguna clase con tal de obtener beneficios económicos a través de múltiples negocios, algunos de dudosa legalidad, como ahora se ha demostrado fehacientemente.
Como dijo Concepción Arenal en su tiempo, hay que condenar el delito y compadecer a los delincuentes. Y los compadezco, porque deben ser muy infelices, a pesar de su opulencia y de ser unos idólatras del dinero y de los bienes materiales. Pobres de espíritu unos señalados políticos que dijeron estar ahí para servir al pueblo que les eligió... qué pena. Y unos empresarios, ilusos ellos, que pensaban que en este país estaba todo permitido y que ellos podían hacer lo que les daba la gana.
Y llegan las elecciones. Ustedes sabrán a quién votar. Si a los partidos que albergan a dirigentes corruptos o a personas honradas y decentes. Porque ya ven las consecuencias cuando las cosas se hacen mal, muy mal, en beneficio de unos pocos. Y eso.
Imagen: Miguel Zerolo, en el momento de su entrega a la justicia