Una anécdota de acoso laboral

15.09.2020 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

En mis tiempos de periodista en activo sufrí durante algunos años un terrible y desgarrador acoso laboral por parte de un individuo que quiso aburrirme para que dejara "voluntariamente" de trabajar en "El Día", a quien cariñosamente llamábamos "El ogro", por sus modos y maneras de tratar a sus compañeros de trabajo.

El otro día me acordé de una de tantas anécdotas que este sujeto protagonizó, a mis espaldas, para intentar hundirme, siguiendo instrucciones concretas de una peligrosa secta ultracatólica, para que un miembro de la misma me sustituyera en mi puesto de responsabilidad en la empresa.

El dueño de la editorial me encargó que diseñara la distribución, para su posterior publicación de una serie de fotografías de una cena que dicho medio de comunicación ofrecía, cada año, en vísperas de Navidad, a autoridades y una selecta representación de la sociedad tinerfeña.

La disposición de las fotos se hizo siguiendo un protocolario sistema, por otra parte lógico en función de la relevancia social de los asistentes.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegué a la mañana siguiente a mi puesto de trabajo, abrí las páginas del periódico y vi, con el natural asombro, que las fotografías se habían publicado sin ningún orden ni concierto... porque el maldito acosador (lo supe minutos después) había dado precisas y concretas instrucciones al niñato que meses más tarde me sustituyó en el puesto, para que a la hora del cierre de la edición distribuyera las gráficas a su antojo, con el único fin dejarme en muy mal lugar ante el propietario del diario.

No quiero ser más explícito, pero experiencias de zancadillas como la que les narro viví unas cuantas y otras pocas. Menos mal que estoy convencido de que quien la hace, la paga --tarde o temprano--, aquí mismo, antes de partir hacia otras dimensiones.

¡Procuren ser felices¡

Paco Pérez

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