01.11.2017. Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Creo que la gente de esta tierra debería dedicar esta jornada de la Festividad de Todos los Santos, víspera del Día de Difuntos, a recordar con alegría a los familiares y amigos que ya no están con nosotros, porque han fallecido durante nuestra existencia y que, de alguna forma, se han adelantado en la despedida terrenal y nos han dejado huérfanos.
Acumular buenos recuerdos de las personas ausentes, ver fotografías que tenemos guardadas y que casi nunca miramos, honrar a nuestros difuntos llevándoles una ofrenda floral a su última morada, son las mejores formas de homenajear a seres queridos con los que compartimos momentos buenos, no tan buenos y algunos malos.
Sigo sin entender estas fechas como una fiesta "a la americana", con el dichoso "Halloween", que ni es nuestro ni falta que nos ha hecho hasta hace muy pocos años. Me encanta que la gente se divierta, que salga y disfrute en este burdo carnaval de otoño, inventado por otras sociedades ajenas a nuestra peculiar acervo cultural, pero no comprendo que las calabazas vaciadas, los zombies y los disfraces de pánico, de terror, se relacionen con nuestros queridos seres ausentes.
Nunca he salido de fiesta un día de Halloween, ni creo que lo haga, porque yo no soy un borrego ni pertenezco a un ganado de cuatro patas. Aquí, por novelería o por lo que sea, la gente va donde va Vicente. Y tampoco es eso.
Prefiero quedarme en casa, añorando a los familiares y amigos que ya partieron hacia otra dimensión, deseando que hayan encontrado la paz eterna y agradeciéndoles todo lo que nos hicieron disfrutar durante su existencia. No tengo edad para estupideces. ¿Qué quieren que les diga? Es lo que siento y así lo expreso. Ruego, si alguien se siente ofendido por estas líneas, que me perdone.
Es solo una reflexión personal, que me apetece compartir con los amables y comprensivos lectores, sin querer por ello molestar a nadie. Amén.