UN PASADO RECIENTE Y TRISTE, YA SUPERADO
Por fortuna, la juventud de hoy no sufrió la represión ejercida por la dictadura del general Franco y, por ignorancia, creo que no sabe valorar los adelantos sociales que se han producido en nuestro país en los últimos decenios, a partir de la llegada de la Democracia, en el segundo lustro de los años setenta del siglo pasado.
Durante el largo período dictatorial (1936-1976), en el que el papel represor de la Iglesia Católica fue fundamental, como gran aliada del franquismo, las discriminaciones sociales estaban al orden del día.
Por ejemplo, las mujeres casadas no podían tener una cuenta corriente en una entidad bancaria sin el consentimiento de sus esposos y una estrecha y absurda moral nacionalista católica repudiaba a las madres solteras, por no hablar de las parejas de hecho "que vivían en pecado mortal", una convivencia que es tan habitual hoy en día, sin necesidad de pasar por el altar de una iglesia o de legalizar esa situación en sede judicial o en un ayuntamiento.
El simple hecho de que una joven quedara embarazada por su novio provocaba un enorme disgusto en el seno familiar y el hecho en sí representaba una especie de escándalo en el círculo de amistades y en el vecindario correspondiente.
Como una costumbre muy primitiva, las jóvenes prometidas debían llegar vírgenes al matrimonio y se veía como algo normal que, en caso contrario, no se casaran vestidas de blanco, color simbólico de la pureza.
No nos refiramos ya a la persecución a la que se veían sometidos los homosexuales, porque si eran "descubiertos" se les condenaba socialmente y el régimen franquista envío a muchos "indeseables" a centros de reclusión, donde se les torturaba, debido a sus prácticas "degeneradas y viciosas", "indecentes y fuera de toda lógica moral".
Era costumbre, asimismo, que la mayoría de las mujeres que ejercían su profesión en la Administración pública dejaran de trabajar cuando contraían matrimonio, con el fin de dedicarse exclusivamente "a sus labores", que era lo recomendable, por lo que la mayoría de las funcionarias que querían trabajando(maestras, técnicos administrativas y auxiliares, enfermeras y otras empleadas) se convirtieran en solteronas.
Durante la oprobiosa, la mayoría de edad se alcanzaba al cumplir los 21 años (ahora es a los 18) y en esas condiciones de minoría de edad, cualquier actividad, por poco importante que pudiera parecer, debía ser autorizada expresamente por la "autoridad paterna".
Imagínense ustedes, como otro botón de muestra de la época, que los recepcionistas de los hoteles estaban obligados a pedir el libro de familia a una pareja que quisiera hospedarse, para evitar "contactos pecaminosos" entre un hombre y una mujer, si no estaban casados legalmente.
Por lo demás, para terminar este somero repaso a situaciones que hoy nos parecen increíbles, estaba absolutamente prohibida cualquier crítica hacia los gobernantes de la época, que ejercían una política de miedo y de terror, porque no existía lo que hoy nos parece absolutamente normal, como es la libertad de expresión, el respeto a las creencias religiosas y cosas por el estilo, circunstancias felizmente contempladas por la actual Constitución española vigente, que data de 1978 y que el próximo día 6 de diciembre cumplirá 39 años. Y parece que fue ayer.
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