Un niño de mamá, soberbio y egoísta

09.06.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Se llama Víctor Domingo y es un auténtico soberbio y un egoísta de mucho cuidado. Sólo piensa en él y para él. Le conocí cuando apenas tenia nueve o diez año. Entonces era un niño muy mimado por la madre que lo parió, entre otras cosas porque el cabeza de familia era un alcohólico convicto y confeso, y además muy agresivo y faltón cuando se tomaba un whisky de más, cosa que sucedía de manera habitual.

Fue mal estudiante y un vago de mucho cuidado, a pesar de lo cual consiguió un puesto de trabajo eventual en una operadora telefónica, que no le renovó el contrato porque un día se dejó dormir y llegó bastante tarde a su puesto. Algo imperdonable.

También estudió Magisterio y sacó a trancas y barrancas los dos primeros cursos. En el tercero puedo aprobar todas las asignaturas, menos la Música, porque se le atravesó y no hizo buenas migas con la profesora, por lo que nunca consiguió obtener la diplomatura.

Es hijo único varón y tiene una sola hermana, que desde hace años vive sola, con la que no quiere tener el más mínimo contacto, a pesar de que está enferma y atraviesa graves dificultades económicas. Él casó bien, con la hija de un constructor que emigró a Venezuela en los años cincuenta y que logró juntar un dinerillo para invertir, después de su vuelta a Tenerife, en varias promociones de viviendas.

Una vez fallecido, su yerno, el tal Víctor Domingo, se encarga de administrar los alquileres de una docena de locales y de engañar a su suegra, que está ingresada en una residencia de mayores, más para allá que para acá, con lo que vive desahogadamente y viaja mucho con su esposa, que conoció en su época estudiantil y que sí terminó la carrera de maestra.

Con el paso de los años (debe tener ya la cincuentena, por lo menos) ha aumentado su egoísmo y su imbecilidad. No entiendo cómo en esta vida puede haber personas como este tipejo, un auténtico vividor al que no le importa lo que sucede a su alrededor. Sólo se preocupa por él mismo. Lo que siempre ha hecho. La soberbia de un niño malcriado y gran nivel de egolatría son sus principales señas. ¡Qué pena¡

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