Un hombre y un empresario ejemplar

14.06.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Recientemente tuve la ocasión de saludar y conocer a un hombre y a un empresario ejemplar que se llama Horacio Rivero, una persona que ya cuenta con ochenta años de edad y que, según pude comprobar, su ya larga vida se ha basado siempre en la lucha, el esfuerzo y el trabajo.

Él es don Horacio Rivero, propietario de la conocida empresa "Cristal Rivero", ubicada en La Cuesta de Arguijón, en la carretera general que une Santa Cruz con La Laguna, casi a un tiro de piedra de la Finca España, que se dedica a la reparación y sustitución de parabrisas de vehículos.

El señor Rivero, natural del lagunero Valle de Guerra (localidad que, en el pasado, tuvo su ayuntamiento propio) como hicieron miles de jóvenes isleños de la época, emigró a Venezuela a principios de los años cincuenta del siglo pasado en busca de un mundo mejor, dada la penosa situación que se vivía en el Archipiélago, marcada por las posguerras civil española y mundial, sumido en una grave crisis económica.

Don Horacio encontró ese mundo mejor a base de mucho esfuerzo, de mucho sacrificio y de muchos días de robar horas de sueño, y hoy goza de una cómoda situación, se le ve feliz al frente de su negocio y rodeado de sus familiares y amistades de siempre.

Él se levanta todos los días muy temprano y acude a su empresa como si fuera un operario más, lo que le mantiene ágil y con aspecto juvenil. Como siempre he mantenido, las empresas que funcionan, que son serias y competentes, son las que tienen al frente a sus propietarios, y da gusto ver a un hombre octogenario estar habitualmente al pie del cañón.

Los de Venezuela no fueron años fáciles, pero él logro hacer fortuna a base de enormes sacrificios. Atrás quedaron los años de juventud, en los que fue vocalista de afamados grupos musicales de Tenerife, como la orquesta "Canarias".

En su historia personal se anotan sesenta viajes saltando el "charco" entre su isla natal y la "octava isla", cruzando el atlántico en largas travesías marítimas, las primeras veces, y de vuelos transoceánicos la mayoría de ellas.

El señor Rivero acumula una larga experiencia vital de un hombre ejemplar hecho a sí mismo, que ha sabido triunfar aquí y allá. Y uno se alegra enormemente de ver cómo sigue trabajando y de poder conversar con él de forma muy agradable y placentera, porque siempre se aprende de alguien que ha acumulado tantas sensaciones vivencias buenas y no tan buenas, en este mundo nuestro.

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