07.03.2017. Redacción.
Por: María José Montesdeoca García.
Secretaria Insular de Igualdad de Coalición Canaria en Gran Canaria?
“Por favor, que las de tu generación no olviden nunca lo que hicimos nosotras”. Con estas palabras de Ana María Matute conmemoramos este 8 de marzo, Día de Internacional de la Mujer; un día para recordar los grandes avances en políticas de igualdad pero, sobre todo, los grandes retos que quedan por hacer.
Es importante recordar que los derechos de las mujeres han pasado por varias etapas en nuestra historia, avanzando en una línea cronológica. Desde cuando en 1946 las mujeres casadas debían pedir permiso a sus maridos para trabajar, a 1999 cuando vio la luz la Ley para promover la conciliación de la vida laboral y familiar, y el plan contra la violencia doméstica, que modificó el Código Penal de 1995 en materia de protección a las víctimas de violencia de género, hasta en 2006 con el Plan Concilia en la Administración o en 2007 con la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
Los grandes logros en materia de igualdad se han conseguido en las últimas décadas, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Por eso la importancia de recordar el pasado, de echar la vista atrás, pero siempre con la mirada puesta en el futuro, sin olvidar los avances que se han conseguido por mujeres luchadoras en tiempos que no eran los más adecuados.
Coalición Canaria quiere visibilizar a todas las mujeres, reconocer a quienes han trabajado en pro de la igualdad, entendiendo que ese es el primer paso para concienciar a las generaciones más jóvenes sobre el inmenso valor del legado heredado: la igualdad de género. Un legado que ahora toca preservar y en el que seguir avanzando.
Todos y cada uno de los derechos y libertades de las mujeres han sido fruto de grandes esfuerzos. Ahora es el momento de poner el esfuerzo en mantenerlos, para que nuestras niñas y niños continúen creciendo con una mirada de género y consigan que la igualdad de derecho se convierta en igualdad de hecho: una corresponsabilidad real entre hombres y mujeres en el ámbito familiar, con un liderazgo compartido en el ámbito laboral, con una igualdad salarial, con una cultura igualitaria, con unas relaciones sentimentales basadas en el respeto, con una masculinidad vinculada a la empatía y la cooperación.
Tenemos que reeducar a las generaciones en una cultura no patriarcal, ya que esta nos ha llevado a que no se valoren las cualidades y capacidades de las mujeres relegándolas a un segundo plano, potenciando que una de las peores lacras que subsiste en la España de hoy sea la violencia de género.
Ha habido avances, sí, pero no los suficientes. Hombres y mujeres no hemos hecho suficiente. Hemos desarrollado acciones positivas y acciones de amparo, como fue la aprobación en 2004 de la Ley de Protección Integral, que estableció una jurisdicción especial para la violencia ejercida por parejas o ex parejas, y que contempla medidas asistenciales y de prevención, con atención a las políticas educativas que insisten en la igualdad y el respeto de los derechos de la mujer. Por desgracia, muchas mujeres y menores se encuentran en esta situación de violencia.
No podemos dejar de recordar en un día como hoy a las mujeres víctimas de violencia de género que han fallecido a manos de sus parejas o ex parejas, así como los altos porcentajes de violencia en la adolescencia. También necesitamos recordar a esas mujeres que están en situación de desempleo y que teniendo una formación o careciendo de ella, no han conseguido acceder al mercado laboral por la problemática de la crisis y por el contexto patriarcal en el que vivimos.
Buscamos un nuevo modelo social donde todos los conflictos humanos se resuelvan con diálogo, negociación e inteligencia emocional, no con dominio, control o agresividad, valores machistas que la historia patriarcal ha vinculado erróneamente al triunfo y al éxito, relegando a los primeros a la naturaleza femenina. Queremos que cada vez más gente observe con una mirada violeta, que las ‘gafas de género’ estén presentes siempre en todos los ámbitos de la vida y que la formación en perspectiva de igualdad esté estrechamente ligada a todos los niveles formativos y profesionales.
Sin duda, este es un 8 de marzo para avanzar y mejorar.