14.06.2021 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Cuando se habla de construcción hay algunas personas, muy ideologizadas, del pensamiento único y noistas, que se ponen moradas, verdes o rojas, nada más oír esa palabra. Le salen sarpullidos, dolores de cabeza e incluso hay casos extremos, donde llega tan lejos su desprecio que, sólo viven pensando como destruir o no dejar hacer nada. Se buscan aliados por todas partes, siendo sus preferidos, los escarabajos. Allá cada cual, con sus fobias, manías o antipatías. Aunque siempre es bueno abrir canales de diálogo, para confrontar ideas, posicionamientos y proyectos, incluso, con los que se niegan sistemáticamente a escuchar a los que no piensan igual. La búsqueda del acuerdo tiene que volver a ser normal, más que el frentismo casposo y desgastante, que todo lo pudre y empobrece.
Después de esta disquisición, que se entenderá a lo largo del artículo, vamos a lo esencial, que es la urgente necesidad de reconstruir Tenerife, en todos los sentidos, ámbitos o parcelas vivenciales. No se trata exclusivamente de hablar del sector de la construcción, de su papel básico y estructural en nuestra economía, eso ya lo sabemos y lo experimentamos diariamente. Lo que queremos trasladar al conjunto de la sociedad, es que tenemos, todos, que volver a poner a nuestra isla en el lugar de liderazgo que le corresponde en el contexto regional, que desgraciadamente lo ha ido perdiendo durante las últimas tres décadas, por falta de atención, querencia y autosuficiencia, de quienes gobernaban, pensando de manera soberbia, que era su finca particular, que no necesitaba cuidados, cariño e incluso mimos. Así, el desplome ha sido pavoroso, sin infraestructuras viarias, ni las oportunas aeroportuarias, sin contar la escasez de las imprescindibles obras hidráulicas que, por fin, están ahora empezando a ejecutarse, con acierto, por parte del Cabildo Insular o la falta de una estrategia energética para asegurar suministros y evitar los ceros catastróficos sufridos recientemente. Un Puerto de Santa Cruz, que siempre ha sido nuestro orgullo y pretenden languidecer, convirtiéndolo por activa y por pasiva, en una sucursal, dependiente y subordinada del Puerto de La Luz y de Las Palmas, para convertirlo en el único de Canarias, como referente del tráfico marítimo del Atlántico medio. También, hay que contar con un desgaste constante de la autoestima social, asumiendo la ciudadanía, que Tenerife está mal, pero que no hay soluciones para remediarlo, ni ganas, ni personas con empuje suficiente para lograrlo, por lo menos, esa es la sensación generalizada, es decir, hay un negativismo que influye en la toma de decisiones, cuando alguna vez se hacen, aceptando como irremediable esta situación.
Hay que revelarse contra esta apatía, sintiendo el orgullo de ser tinerfeño, convencidos de que somos capaces de salir adelante con fortaleza, porque nuestra isla cuenta con las capacidades humanas, materiales, territoriales y ambientales que lo propician. Se tiene que acabar el lamento y sustituirlo por acciones operativas, que propicien el emprendimiento, crecimiento económico, bienestar social y creación de empleo. Nunca hay que olvidar que el equilibrio interinsular es clave para la convivencia en Canarias. La doble capitalidad no significa un retroceso, al contrario, enriquece nuestra tierra, porque es el significado de que la unidad es más fuerte juntando la diversidad. Cada isla aporta al conjunto más de lo que separa, con sus características específicas, suman ocho realidades divergentes en una sola comunidad que nos identifica. Hay que construir desde lo especifico de cada una de ellas, valorando su aportación, porque cuando, por el contrario, se quiere imponer la unidad artificial desde arriba, no hay cimientos fuertes que garanticen su fortaleza. Por eso, no te olvides, que tú también construyes Tenerife.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO