13.04.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Siempre se ha sospechado que trabajar en horas nocturnas es perjudicial para la salud. Esas sospechas se han confirmado de manera fehaciente a través de rigurosos estudios.
De hecho, desde hace años, la legislacion laboral contempla una serie de compensaciones a los trabajadores que tienen turnos de noche, como sanitarios, vigilantes, cuerpos de seguridad, basureros y muchas otras profesiones.
Entre esas compensaciones se contemplan pluses económicos de nocturnidad, así como un mayor período de descanso laboral entre quienes realizan esos turnos.
En colaboración con especialistas de Europa y América, los expertos franceses han analizado veinticuatro estudios epidemiológicos recientes. La conclusión es que existe un vínculo comprobado entre los trastornos del sueño y el trabajo nocturno (somnolencia, sobre todo) y el síndrome metabólico (asociación de síntomas como el sobrepeso, hipertensión o trastorno de los lípidos). Los investigadores también creen que el trabajo nocturno ejerce un “probable impacto” en la aparición del cáncer de mama, la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardíaca coronaria. El mayor riesgo de cáncer de mama podría ser debido a la alteración de los ciclos biológicos.
El trabajo a turnos está considerado desde 2007 como “probablemente cancerígeno” por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). De acuerdo con la encuesta europea sobre las condiciones de trabajo del año 2015, el 19% de los trabajadores europeos tienen un trabajo nocturno. La encuesta mostró que los empleados que trabajan de noche están generalmente sujetos a factores de estrés físico, una mayor presión de tiempo (horarios, ritmos limitaciones, plazos, etc.), y frecuentes tensiones con los compañeros de trabajo o el público.
Nuestra sociedad no puede menospreciar la calidad-cantidad de sueño, por más que ésta no tenga consecuencias dramáticas inmediatas, por ser una ‘bomba de relojería’ que crea situaciones potencialmente peligrosas para la salud y la seguridad de las personas.
La Agencia Internacional de Investigaciones de Cáncer (IARC), ha concluido que el trabajo nocturno y el trabajo en horarios irregulares (cambio de turnos) pueden catalogarse entre los agentes “probablemente cancerígenos”, equiparándolos a riesgos indiscutibles, de la misma naturaleza, como la radiación ultravioleta. o los gases y micro-partículas generados por los motores diesel. En torno al 20% de la población laboral de los países desarrollados trabaja de noche.
El primer antecedente conocido de esta hipótesis se remonta a 1987, cuando el epidemiólogo de cáncer, Richard Stevens, publicó una ponencia sugiriendo un vínculo entre la luz en la noche y el cáncer de mama. Según los científicos, el problema radica en que el trabajo nocturno interfiere con el reloj biológico del cuerpo humano. Precisamente, la melatonina, hormona que impide la creación de tumores, se produce normalmente durante la noche, por lo que interrumpir este proceso supone un debilitamiento de nuestro sistema inmunitario y de defensas. O, dicho de otro modo, cuanto más bajo es el nivel de dicha hormona, mayor posibilidad de desarrollar cáncer.
En 2007, Schwartzbaum, Ahlbom y Feychting, publicaron el estudio “Cohort Study of Cancer Risk among Male and Female Shift Workers” (Estudio de cohorte del riesgo de cáncer en trabajadores y trabajadoras a turnos), que se suma a la hipótesis de que la melatonina, hormona que inhibe los cánceres inducidos de forma experimental, es suprimida por la exposición a luz durante la noche. De esta manera, los trabajadores nocturnos podrían estar expuestos a un riesgo mayor de desarrollar cáncer.
Puedo decirles que trabajé durante años de noche, por mi condición de redactor jefe en varios periódicos y sé, por experiencia propia, que los turnos de trabajo nocturno son perjudiciales para la salud. Las investigaciones más recientes han confirmado mis sensaciones personales.