19.04.2021 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
El presidente de Estados Unidos Joe Biden, ha presentado un plan de infraestructuras, por valor de dos billones de dólares, para crear millones de empleos en el país. Se basa en un programa claro de reconstrucción y modernización de desarrollo sostenible, en carreteras, puentes, red eléctrica, puertos o aeropuertos. Se pretende renovar más de 32.000 kilómetros de autopistas y reparar unos 10.000 puentes, que están en malas condiciones o estructuralmente peligrosos, es decir, con un deterioro incuestionable. Además, hay que sumar la construcción o rehabilitación de dos millones de casas, edificios o centros escolares. Es tan perentoria su buena estrategia, que el mismo presidente ha dicho que, no se puede esperar más para comenzar la reconstrucción económica, con el fin de mantener el liderazgo mundial, amenazado por la potencia asiática china.
Es un buen ejemplo, de como se hacen las cosas racionalmente, pensando en el conjunto de la sociedad, abandonando egos personales, frentismos permanentes, fines partidistas inconfesables o fundamentalismos ideológicos, que es precisamente lo que tristemente sufrimos en nuestro país. Faltando una visión global, que exige pensar en plural, aunando esfuerzos y buscando el bienestar social de todos y no de una élite que está poniéndose literalmente morada, con los sueldos, dietas, pensiones e indemnizaciones que cobran, para después irse a los barrios obreros a predicar su mensaje mesiánico, sectario y falaz, totalmente contrario a su forma y estilo de vida, burguesa y adinerada. Algunos de estos suéldologos, ya profesionalizados en estas lides, hasta llegar a ocupar algún cargo público, nunca habían tenido un trabajo, es lo que se dice vulgarmente, que no han dado un palo al agua, ni siquiera podían pedir en la Seguridad Social un informe de vida laboral, porque sencillamente no existía. Donde los morados están gobernando o con representación en alguna institución tanto municipal, insular, autonómica o estatal, ya no denuncian a la casta, bastaría más, porque ellos se han apropiado del nombre y de sus características vitales. Representan la alcurnia populista de la política española y así nos va.
La economía tiene que funcionar con tranquilidad y orden, para crear las condiciones seguras que impulsen las inversiones oportunas en cada territorio. El gasto público tiene que ser expansivo y a la vez productivo. Los ejecutivos, en sus distintos niveles territoriales, tienen que ser impulsores de proyectos o licitaciones, que arrastren al conjunto del sistema productivo. Hay que hacerlo, no cabe la menor duda, pero nos encontramos con que no hay capacidad para lograrlo o quizás no se puede, por carecer de la formación necesaria, las ganas suficientes o el interés de servicio público exigible a quien ocupa responsabilidades políticas. No podemos seguir eternamente improvisando, dando un paso hacia delante un día y al siguiente retrocediendo dos. En épocas de crisis económicas profundas, como la que estamos viviendo, la administración pública, tiene un papel fundamental como generadora y potenciadora de actividad económica. Otra cosa es que llegue a ser cierto o mejor dicho empírico.
Los servicios sociales de todos los ayuntamientos canarios están desbordados, las ONGs al límite de su capacidad de respuesta, las iniciativas solidarias, personales o comunales, que están apareciendo en muchos lugares, sofocadas porque no pueden atender la demanda de ayuda que reciben. Es una ciclosis que parece que nunca va a terminar y al paso que vamos seguro que no. Los que gobiernan tienen que comprender y hacer posible la generación de inversión productiva y licitación de obra pública abundante. Eso es lo que da trabajo y empleo, ¡Cuántas veces hay que repetirlo para que lo comprendan¡ O es que todavía no saben que se está pasando hambre en Canarias.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO