Toda vida, tiene su historia

29.01.2019. Redacción | Opinión

“Un pueblo sin historia, es un pueblo abocado a morir sin memoria, por tanto, empecemos a valorar nuestras raíces y dejemos a nuestros descendientes, un legado digno de respeto y de valores por su tierra, por su cultura, y sobre todo, por su gente.”

Lou Arroyo, escritora y poeta 

“Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas.”

Frank A. Clark (1911-1991) Dibujante y escritor estadounidense

Porque en la vida, en este caso lo que me interesa, es dar otra perspectiva de la persona que le apasiona escribir sobre su tierra y sobre todo, la que plasma en sus personajes las características de nuestros antepasados, hombres y mujeres sencillos, cuyo fin era trabajar para sacar adelante a la familia y prosperar a pesar de las dificultades que encontraron a lo largo de la historia.

El legado que han dejado nuestros ancestros que lucharon por sobrevivir a tiempos duros, desde tiempos remoto, pasando por la época de la conquista hasta nuestros días y que debemos de darle el valor y el reconocimiento a todos ellos, así que, simplemente quiero contar historias anónimas, de personas que dejaron huellas y, que ellas son las que en realidad hacen y dan forma a la historia de un pueblo.

“Por tanto, muchas grandes historias, nacen de la gente sencilla.”

Como la historia de Lola, una pobre campesina y de un señorito de ciudad, llamado Juan; o la de Toño, el cojo, hijo de un zapatero o la historia de Juana, o la historia de una Harimaguada llamada Abenaura, y así, una larga lista de personajes que podemos encontrar a lo largo de nuestra historia.

Aún recuerdo cuando era niña, las anécdotas que me contaban tanto mi abuela como mis tías abuelas poniendo todas ellas, esa emoción en sus voces al contarlas: muchas eran tristes, otras alegres, algunas divertidas, en definitiva, todos eran cuentos inolvidables reflejo de sus vivencias.

Y como suele pasar muchas veces; olvidamos que en lo simple y pequeño, en este caso, en la gente humilde y luchadora, es la que va a componer la historia del lugar; y esas son las vidas que yo quiero contar, la que están ocultan en la memoria de nuestros ancianos y son las que debemos de conservar y trasmitir a nuestros jóvenes.

Así que invito al lector, a que descubra un mundo nuevo pero que esta vez lo haga con ojos nuevos, donde el pasado y el presente se unen para dar forma al futuro, uno lleno de esperanza y fe.

Relato:

Un ruido la despertó. El agua caía con fuerza de la negra nube que sobre su cabeza se había posado, la cual medio la ahogaba y ella solo podía escupir y resoplar.

A pesar del ruido de la lluvia, escuchó el grito de un animal. No se asustó, ¿para qué? No tenía nada por lo que vivir. No temía a la muerte.

Pero el sonido fue persistente. Algo le llamó la atención y azuzó el oído. Era un llanto. ¿Llanto? ¿De quién?

Mientras la lluvia caía implacable, se levantó y prestó atención. Justo detrás de unas piedras era de donde salía el sonido. Trepó entre ellas y su gran sorpresa fue, que encontró entre la maleza, un revoltijo de pieles de cabra.

Rebuscó entre ellas y una manita apareció.

Retrocedió pero el llanto del bebé pudo más que ella y tomándolo entre su pecho, lo protegió de la lluvia.

Su instinto de supervivencia resurgió. Los dioses le habían enviado un regalo y lo aceptó.

Fue en su tiempo, un guerrero implacable y el libertador de su pueblo.

Fue un hijo de la tormenta y amó a la madre que lo crió, con todo su corazón.

"Hoy encontré el camino hasta el lugar donde fuiste hallado, bien hallado, amado mío."

Lou Arroyo (Recorriendo los caminos de mi tierra) ?

 

Imagen: Loy Arroyo | CEDIDA

Suscríbete a nuestro Podcast



Buscar en Tagoror

¿Aún no te has suscrito a nuestro podcast? Suscríbete aquí