08.04.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Recientemente han tirado a los barrancos millones de kilogramos de plátanos en la Isla de La Palma, para evitar que bajen los precios de esta fruta tropical que se cultiva en el Archipiélago y reducir la enorme oferta existente en los mercados canarios. Algo que no es nuevo, por cierto.
La culpa es, principalmente, de los intermediarios, de los gangocheros que comercian con los productos agrarios y que los encarecen sin descaro en el proceso de distribución de la mercancía, lo que repercute en los fruteros, primero, y lógicamente, en los consumidores después.
Lo que no saben los productores y los distribuidores que esto no es la gallina de los huevos de oro y que los años de grandes beneficios se van a acabar, porque el mercado peninsular y europeo --que antes protegía la producción de plátanos de Canarias-- está siendo invadido por las bananas americanas que explotan grandes multinacionales, porque los aranceles han bajado.
En otros mercados internacionales, los cultivadores de bananas han sido más previsores y han diversificado su producción, montando industrias derivadas del plátano, fabricando jugos y zumos naturales y elaborando unas riquísimos chips a base de rodajas fritas de la fruta, como si de patatas se tratara.
En nuestras cuatro Islas productoras (Tenerife, La Palma, Gran Canaria y La Gomera) hemos sido muy poco innovadores y preferimos vivir de las rentas, pero hay que advertir que la época de esplendor del plátano llega su fin, como los períodos hegemónicos del tabaco, la caña de azúcar, la cochinilla o el tomate, que ya son historia de la agricultura canaria.
Ahora lo que toca es la diversificación de los cultivos y la especialización en otras frutas tropicales, como papayas, mangos, piña o aguacates, que tendrán menos competencia exterior en los mercados, por lo que la Consejería de Agricultura del Gobierno Autónomo debería centrar sus esfuerzos en promover estas variedades frutícolas. Pero parece que aquí estamos dormidos y nadie mueve un dedo.