Tinta aquí, tinta allá. Tatúame, tatúate…

12.05.2017. Redacción / Opinión

Por: Laura Zerpa Sánchez.

Los tatuajes no son una moda que se haya expandido en los últimos años entre las generaciones más jóvenes.

Prueba de ello es que existen referencias del arte de tatuarse la piel con tintas permanentes hace más de 5.200 años en diversas culturas, sociedades y tradiciones. Así pues, tatuarse no es un fenómeno que haya surgido durante este siglo o el pasado, sino que viene de muchos años atrás, tanto que se podría afirmar que los tatuajes son tan antiguos como la propia raza humana, ya que se han encontrado evidencias de tatuajes en algunas momias y en pueblos como los incas en América.

Los egipcios ya conocían y practicaban la técnica del tatuaje hace 3.000 años. Se sabe que ya que desde la XI dinastía egipcia se practicaba el arte del tatuaje y una de las momias tatuadas más famosas es Amunet, una sacerdotisa de la diosa Hathor cuyo cuerpo fue descubierto en Tebas. Se observó que Amunet tenía varias líneas y diversos puntos tatuados. Ocurrió lo mismo con la momia Asecond, quien además tenía punteada la región púbica. Las evidencias encontradas hasta la fecha sugieren que en el antiguo Egipto el arte del tatuaje fue restringido a las sacerdotisas.

Otro ejemplo más fue el descubrimiento que se produjo en 1991 en un glaciar situado en la frontera entre Austria e Italia: allí apareció congelado un cazador neolítico de hacía unos 5.300 años, que tenía la espalda y las rodillas tatuadas.

Pero volvamos a la actualidad. Desde hace algún tiempo ha aumentado el número de personas que tiene algún tatuaje, por pequeño que sea, decorando su piel en algún lugar del cuerpo. He visto familiares, amigos y conocidos que de un día para otro deciden tatuarse, y eso ha despertado mi curiosidad.

¿Por qué la sociedad muestra tanto rechazo hacia aquellas personas que tienen algún tatuaje?

Hasta hace poco más de una década, las personas que tenían algún tatuaje sufrían una gran discriminación por parte de la sociedad. Se les tachaba de personas malas y rebeldes, de sucias o poco higiénicas e, incluso, de verdaderos criminales.

¿Por qué se relacionan los tatuajes con los delitos?

Es cierto que, durante un largo periodo de tiempo, los presos encontraron en los tatuajes la forma perfecta para expresar sus pensamientos, ideologías o experiencias.

Por supuesto, el significado de estos tatuajes variaba en función del país donde la gente se los hiciera. Por ejemplo, se dice que la gente que tiene cinco puntos tatuados quiere expresar que ha estado en la cárcel, una tela de araña significa que alguien ha estado en la cárcel mucho tiempo y una corona de cinco puntas representa que esa persona pertenece a los Latin Kings, una banda muy conocida en los Estados Unidos.

Con el paso de los años, la cantidad de gente que tiene algún tipo de tatuaje ha aumentado notablemente y hoy en día este estilo de vida ya no está tan relacionado con la cárcel o con los delitos. Muchas personas afirman que no tienen nada en contra de los tatuajes o contra la gente que los lleva y, de hecho, creen que ya no existen prejuicios con relación a este tópico. Así que me pregunto, ¿entonces por qué es tan difícil encontrar un trabajo por el simple hecho de llevar algún tatuaje?

De acuerdo con una revista de Reino Unido, llamada Work, Employment and Society, las personas que tienen la piel tatuada tienen menos posibilidades de conseguir un empleo. Sus posibilidades son incluso menores si se trata de un trabajo de cara al público. El doctor Timming ha llegado a esta conclusión después de haber entrevistado a varios jefes encargados de diferentes empresas, organizaciones e instituciones como bancos, hoteles, gobiernos locales, cárceles, universidades y librerías.

Según se recoge en este estudio, los empleados piensan que los tatuajes pueden crear cierto rechazo en los clientes si se trata de un tatuaje visible. Además, afirman que las reacciones varían dependiendo de lo que signifique el tatuaje. Por ejemplo, los más aceptables son aquellos como las mariposas o las flores, mientras que los tatuajes que representan telas de araña, lágrimas, pistolas, navajas, palabras como “odio” o símbolos relacionados con la muerte o el racismo, como por ejemplo la esvástica, disuaden a los jefes de contratar a dicho candidato.

Tatuarse la piel y exhibir un diseño públicamente puede indicar determinados rasgos de la personalidad de quien los porta. A pesar de que la discriminación es tan omnipresente en ambos sexos, la presión por transmitir una imagen de “responsabilidad maternal” y “dama correctamente educada” hace que este prejuicio sea más intenso en las mujeres que en los hombres, a los que se les atribuye la etiqueta de “macho alfa” o “chico malo” por estar tatuados.

Debido a los prejuicios sociales y la imagen que pueden transmitir, muchas personas se ven obligadas a llevar determinados uniformes o prendas que tapen sus tatuajes. A veces, incluso se ven obligadas a borrar sus tatuajes para siempre. Existen fuertes prejuicios contra ellos y se trata de un gran estigma social, pero, ¿por qué? Cada vez más personas deciden lucir dibujos grabados con tinta en su piel y algunos diseños pueden ser realmente maravillosos, tanto que se pueden considerar como una forma de arte y expresión. Sin embargo, los empleadores se muestran reticentes a contratar personal tatuado por miedo a que “espanten” a la clientela al transmitir una imagen de rebeldía y chulería.

Fidel Pietro, secretario de la UNTAP (Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales) señala, por su parte, que «la gente se piensa que los tatuajes no dan, de cara al exterior, la seriedad o profesionalidad que puede dar una persona que no tiene tinta en su cuerpo. Supongo que es algo que se superará con el paso del tiempo».

En la última convocatoria de plazas para el Ejército español, los candidatos, entre otros requisitos, no tenían permitido el ingreso en el cuerpo si lucían tatuajes visibles «vistiendo las diferentes modalidades de los uniformes de las Fuerzas Armadas, no especiales» o si éstos eran anticonstitucionales.

 

Con la llegada de la crisis y las dificultades para acceder a un puesto de trabajo, en los últimos años ha habido un incremento del número de personas que deciden eliminar las marcas de su piel y algunas de ellas han tomado esta decisión alegando que se sentían sucias y se daban cuenta de que les miraban mal.

 

Cabe decir que en muchos trabajos está prohibido llevar cualquier tipo de decoración corporal por seguridad: los mecánicos, por ejemplo, no pueden llevar collares, anillos o piercings en el espacio de trabajo. Es demasiado peligroso, se podrían quedar enganchados y tener un accidente. Lo mismo sucede con deportistas, profesores de educación física o algunos deportes en los cuales llevar piercings eleva el riesgo de lesión.

En estos casos no se trata de una cuestión estética o de prejuicios sociales, sino de seguridad.

 

¿Y qué dice la ley?

 

Jurídicamente las cosas están muy claras: los piercings y tatuajes son un asunto privado que pertenece a los derechos personales y cada uno puede decidir libremente si los quiere llevar o no, como con el estilo de ropa. Pero este derecho del empleado acaba cuando el empleador se manifiesta en contra de tales accesorios.

Así que, llegados a este punto, me pregunto: ¿desde cuándo es más importante tener un tatuaje que tener un buen currículo?

Es cierto que la primera impresión es la que cuenta. Transmitimos una apariencia determinada a través de nuestra manera de vestir, de nuestros gestos, de nuestros peinados y nuestro aspecto físico, pero eso no determina nuestras habilidades de cara a un empleo. El hecho de tener un tatuaje o un piercing no debe definir quién eres. Es decir, un tatuaje no define nuestras habilidades o capacidades para desempeñar bien nuestro trabajo. Se trata de dos cosas completamente diferentes. Sinceramente, no creo que el hecho de vestir correctamente te convierta en una buena persona y en un maravilloso trabajador. Tener un tatuaje no debe hacerte fracasar y me gustaría pensar que las personas somos más de lo que aparentamos.

La sociedad debería dar un paso adelante y avanzar un poco más. Abrir la mente y aceptar que tatuarse o no es una decisión personal y que cuando alguien decide decorar su piel con tinta tiene sus motivos y lo hace porque le gusta y desea grabar algo simbólico o significativo en su cuerpo. Si las empresas desean atraer y retener talentos deberían superar esos estereotipos negativos vinculados a la apariencia y el arte corporal.

Porque en la tolerancia está la clave para lograr el avance de nuestra sociedad.

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Laura Zerpa Sánchez

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