Tertulias

14.03.2019 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

En los cascos históricos de muchas ciudades y pueblos de las Islas en el pasado predominaron las tertulias en distintas tiendas, bares, cafetería, farmacias y variados comercios, así como en casinos y sociedades.

Mi padre solía asistir, muchas tardes, a la tertulia que tenía lugar en los salones del Ateneo de La Laguna, a la que acudían ilustres ciudadanos, profesionales de distintas ramas, que intercambiaban sus múltiples opiniones con una exquisita educación y basadas siempre en el respeto mutuo, aunque no eran aisladas airados debates sobre temas de actualidad.

En la sociedad de la Plaza de los Remedios se daban cita caballeros de distintas ideologías y de diferentes formas de pensar, lo que se convertía en una agradable actividad humana, ya en desuso, por culpa de los avances tecnológicos, que nos han ido deshumanizando poco a poco.

También fueron famosas las tertulias en cafeterías de Santa Cruz, como las del bar "La Peña", la del "Águila" o la del "Cuatro Naciones", emblemáticos establecimientos hosteleros, donde se daban cita intelectuales, literatos, poetas y periodistas y prestigiosos abogados, como don José Arozena, Arístides Ferrer, Ernesto Salcedo, Alberto de Armas, Juan Pérez "Nijota", Víctor Zurita, Vizcaya Cárpenter, Pérez Minik, Pedro Tarquis y una numerosa lista de patriotas y ciudadanos comprometidos socialmente, que abordaban los más variados asuntos de actualidad, de Historia, de Filosofía o de Literatura, por citar solo algunas disciplinas del saber.

Siempre me llamó la atención las reuniones que se montaban a media mañana en la peluquería de Mané, en la calle lagunera de La Carrera, a la que acudían, en años más recientes, personajes de Aguere como el director teatral Eloy Díaz de la Barreda, Antonio Guerra León o Miguel Lavín Alonso que al mediodía, en lugar de rezar el Ángelus, se limitaban a decir: ya se anunció la hora de ir a Maquila, un atípica tasca de la ciudad de los Adelantados.

También se montaban curiosos debates en las trastiendas de las farmacias de las ciudades y los pueblos, en las llamadas reboticas, y en distintas tiendas y comercios tradicionales isleños, lo que representaba una actividad social muy practicada por muchas personas en siglos pasados, como una manera de entretenimiento y de pasar el tiempo.

Esas costumbres se han perdido, no sé si para bien o para mal, que eso nunca se sabe, pero sí es cierto que el ser humano tiene hoy en día otras ocupaciones y las maneras de comunicarnos han cambiado sustancialmente. Hoy lo que predominan son los teléfonos móviles, las redes sociales, que sin duda son más fríos y distantes y que no fomentan, desde luego, los contactos físicos, en vivo y en directo.

Las costumbres cambian y los seres humanos también. ¿Seremos víctimas del progreso? ¿Estaremos presos por los avances tecnológicos? ¡Quien sabe¡

Imagen: Ateneo de La Laguna

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