22.06.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
En los tres últimos decenios la ciudad de Las Palmas se ha convertido en una gran urbe, moderna, con amplias avenidas bien ajardinadas, excelentes vías de comunicación (como la que rodea todo el casco urbano) con cuidadas playas y es hoy una capital de referencia en todo el país, porque los políticos de la Isla de enfrente han sabido atraer inversiones públicas y privadas y los sucesivos Gobiernos autonómicos (presididos casi todos por hombres nacidos en Tenerife pertenecientes a ATI-CC) la trataron siempre como "la niña mimada".
Mientras tanto, la capital tinerfeña y co-capital archipielágica, Santa Cruz, ha ido para atrás como los cangrejos, porque sus gobernantes la han dejado languidecer, vegetar como un enfermo terminal y hoy se encuentra en un estado lamentable de abandono, por no hablar de los barrios de la periferia que no es tal, porque se encuentran ubicados en el mismo centro de la conurbación con La Laguna, como La Cuesta, Taco, Ofra, Cuesta de Piedra, El Cardonal y tantos otros.
De esa muerte lenta han tenido culpa los gobiernos municipales que, en los últimos treinta años (cuarenta en el caso de Santa Cruz) han estado en manos de unos presuntos nacionalistas (los de ATI y CC) que enarbolan la bandera de que "son de aquí", pero muy poco han demostrado amar a la tierra que les vio nacer y por eso se puede afirmar que son (con sus honrosas excepciones) unos malnacidos, al servicios de intereses económicos muy concretos que no han favorecido precisamente el desarrollo del corazón de esta desgraciada pero preciosa Isla que se llama Tenerife.
El pasado domingo, por fortuna, estos nacionalistas han tenido que abandonar el poder en los ayuntamientos de Santa Cruz, La Laguna (dos de las tres ciudades más importantes de Canarias), Tacoronte y Tegueste. Los cuatro nuevos alcaldes son jóvenes y parecen que están dispuestos a trabajar por sus respectivos municipios, lo que les honra, ante la dejadez manifiesta y demostrada por sus antecesores.
En el área metropolitana queda mucho por hacer y no estaría de más que los cuatro, más el alcalde de El Rosario, mantuvieran a partir de ahora frecuentes contactos para tratar de unir criterios y para ver la urgente necesidad de mancomunar servicios y realizar acciones conjuntas entre los cinco.
Clama al cielo que aún no exista una Mancomunidad supramunicipal que unifique servicios básicos como el abastecimiento de agua potable, depuración de aguas residuales, servicio de recogida de basuras y otros residuos urbanos, mantenimiento de vías y obras y el cuidado de los jardines y espacios públicos, así como la unificación de las policías locales respectivas y la creación de una tarifa urbana metropolitana para los servicios de guaguas y auto-taxis.
Aquí no se trata de que los peces grandes se coman a los chicos, porque no sería justo, sino de convertir unos servicios caducos en una administración local efectiva y moderna, abaratando muchos costes y beneficiando en definitiva a los ciudadanos, que es lo que de verdad importa.
Sólo así construiremos la gran zona urbana de Tenerife que todos deseamos, en el que cada municipio conserve su identidad, sus tradiciones y su propia idiosincrasia. ¿Por qué no?