Tenemos que ser felices sin pretender grandes cosas

19.07.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Será que uno se conforma con tener salud, cierta alegría y optimismo en esta vida, pero necesito muy pocas cosas para vivir momentos felices, porque tampoco mis pretensiones materiales son desmesuradas y ciertamente soy un afortunado porque no he pasado grandes dificultades económicas en esta vida ni necesidades apremiantes, como otros muchos millones de miles de seres humanos.

Lo principal para sobrevivir con cierta dignidad radica, como decimos los isleños, en "no tirarse el pedo más alto que el culo" ni desconsolarse por lo que otros tienen o pudieran materia desde el punto de vista material. En eso coincido con ese monstruo de deportista y buena persona que es el "number one" del Tenis mundial, el balear Rafael Nadal Perera, todo un ejemplo de ser humano, con una humildad sanamente envidiable y un saber estar extraordinarios.

Todos sabemos que la felicidad plena no existe en este mundo y, por tanto, debemos actuar en consecuencia y saber disfrutar de los momentos de placer. Y, sobre todo, no juzgar ni envidiar a nadie, porque realmente ignoramos los verdaderos problemas por los que otras personas pudieran estar pasando, a pesar de que las apariencias nos hicieran pensar que su experiencia vital se desarrolla en un auténtico paraíso terrenal.

Lo único que pido es tener la mayor calidad posible, dentro de mis limitadas posibilidades y permitirme algún lujillo de vez en cuando, porque no tengo vocación de monje de clausura en un convento frío y triste.

Soy consciente de lo que tengo y actúo en consecuencia. Cuando escribo estas líneas, ya casi en el ocaso de la jornada, puedo asegurarles que he pasado un día lleno de tranquilidad y de sosiego, tanto espiritual como físico, en el que no han faltado los baños en el mar, un almuerzo fuera de casa con comida muy sana y saludable y la compañía casi inseparable de mi mujer. Y, con salud, no necesito nada más.

Dentro de pocos meses cumpliré mis primeros sesenta años y creo que ha llegado el momento de saber exprimir como nunca los instantes de gozo y de placer, que es lo único de verdad que nos llevamos a la otra vida, porque vinimos desnudos y nos iremos, igualmente, como Dios nos trajo al mundo. Por degsracia, hay personas que no lo entienden.Y eso. 

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