02.11.2017. Redacción / Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
El Gobierno de Canarias va a adjudicar próximamente el contrato correspondiente a la programación de los espacios informativos, por un montante de ciento cuarenta millones de euros, una cifra muy apetecible por parte de unas cuantas productoras privadas que, según tengo entendido, andan a la greña y parece que no tienen otra cosa que hacer, para llevarse el merengue de la tarta, que ejercer todo tipo de presiones y hasta supuestas amenazas y chantajes sobre determinados cargos públicos de la Administración autonómica y algunos directivos del organismo.
Hasta tal punto han llegado esas acciones del todo irregulares, que el presidente de la Radio Televisión Canaria ha anunciado que va a presentar las correspondientes denuncias por posibles actos delictivos, tal es la agresiva actitud por parte de algunos responsables de las empresas aspirantes a llevarse el delicioso pastel, porque todos sabemos que en la actualidad es el puto parné es el objetivo principal de cualquier compañía mercantil, y más si unas decisiones concretas dependen de quienes ejercen el poder político.
Cuando se habla de cantidades millonarias, estas situaciones son más habituales de lo que se cree, por la ambición desmedida de una cultura capitalista que antepone los pingües negocios a cualquier otra consideración lógica y razonable.
Todos somos conscientes del fracaso de audiencia que experimenta desde su creación la Televisión pública en este maldito Archipiélago, pero nadie se responsabiliza de ello, cuando estamos hablando de dinero de todos nosotros, de grandes cantidades que salen de la Administración autonómica y lo peor del caso es que tampoco hay quien se plantee un nuevo modelo de producción de programas informativos, con lo que los buitres de siempre andan hambrientos y son capaces de cualquier cosa para hacerse con el ansiado contrato de prestación de servicios.
Mientras tanto, los canarios tenemos que soportar la existencia de una television de pésima calidad, que casi nadie ve y que, encima, nos cuesta un riñón, en lugar de invertir esas fuertes sumas de dinero en otros fines sociales, como reducir el desempleo y bajar los índices de pobreza que sufre la población de estas islas atlánticas.
Allá cada cual con su conciencia y con el ejercicio de sus responsabilidades y competencias. Estamos ya tan acostumbrados a desaguisados como este, que a la mayoría de la gente parece importarle un pimiento asado. Y así nos va, claro.