27.05.2017 | Redacción | Opinión
Por: Rosario Valcárcel Quintana
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Cuando yo era pequeña leía cuentos procedentes de la tradición oral escritos entre los siglos XVII y XIX. Pequeñas joyas repletas de crueldad y melancolía. Cuentos rescatados por Charles Perrault o por los hermanos Grimm.
Con el tiempo el Imperio Disney ha suavizado los temas y las formas, ha introducido expresiones de afecto, quizás porque no eran demasiado apropiadas para los niños. La verdad es que yo sentía mucho miedo y por la noche me despertaba con pesadillas. Sin embargo leer este tipo de historias dicen algunos psicólogos que es necesario porque forma parte de la vida, ya que tarde o temprano no solo tendremos que afrontar el desasosiego sino que tendremos que aprender a gestionar el miedo.
Lo cierto es que esos cuentos o relatos han cumplido en todas las sociedades, incluidas las africanas, diversas funciones, una de ellas, es describir su origen e inculcar a los niños y a los más jóvenes los valores de la comunidad. Sin olvidar que escuchar relatos, leyendas, cuentos, poemas o asistir a teatros, fortalece el vínculo familiar y la educación emocional. Favorece el desarrollo del lenguaje, el escuchar con las manos entrelazadas para salvarse del miedo, la adquisición de normas tan sencillas como esperar turnos de conversación.
En el otoño del 2018 la causalidad quiso que llegara a mis oídos la existencia de un libro de relatos sobre Gambia. El país más pequeño de África y con muy pocos recursos naturales de importancia. Mis viajes me han permitido recorrer las casas de algunos amigos, me han permitido entender el efecto de las emociones sobre la pobreza y la alegría, el color y el bullicio. Me han permitido conocer la gastronomía y la subsistencia, las tradiciones familiares, Compartir el ágape y observar el fervor por la religión musulmana.
El libro de Sona Mariama lo busqué en un viaje a Tenerife, sin éxito. Más tarde me puse en contacto con Lorenzo García, Presidente de la Asociación Correcaminos Solidarios de la isla tinerfeña. Y comentamos las afinidades y el atractivo que posee para nosotros Gambia. Finalmente llega a mis manos Sona Mariama. Un libro que nos relata historias parecidas, idealizadas en un amoroso vuelo común que, responde a los porqués del misterio de la Naturaleza. Historias de seres que como dice el poeta Eduardo Galeano viven cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última. Relatos en las que el desconocimiento y lo desconocido se van trocando en creaciones ubicadas en distintos lugares de África, como un árbol o un cocodrilo que habla:
-Niño, por favor, ayúdame. Hace tres días que estoy aquí sin comida. Si me dejas seguramente moriré.
-El cocodrilo se llamaba Bambo. Pensó que el chico sería una buena comida…
Doce cuentos que fueron recopilados entre gente mandinga que viven en diferentes aldeas de Gambia, concretamente en los distritos de Jarram Badidbu y Kombo. Manuel Arechavaleta ha traducido y editado este conjunto de relatos con la Asociación Correcaminos Solidarios de Tenerife con el fin de construir y mantener un colegio en proyecto. Y Pablo Martín Carbajal en su prólogo nos habla del fuego y la naturaleza. Nos habla del narrador:
-El contador de historias utiliza canciones, gestos y personificaciones para cautivar a la audiencia. En particular los cánticos o estribillos son un elemento central en los cuentos populares de África Occidental.
Sona Mariama y otros cuentos populares de Gambia defiende la recuperación de la memoria, la necesidad de no olvidar los orígenes, la importancia de la tradición, la oralidad, la palabra silenciada.
Imagen: Portada Portada Sona Mariama de Gambia