19.11.2017. Redacción / Opinión.
Por: Manuel Romero Hernández
El bienestar lo vinculamos, principalmente, con el acceso a la riqueza, la educación, la sanidad, o la justicia. Lo esperado en una democracia es que todos los ciudadanos pudiéramos acceder en igualdad de condiciones a cualquiera de ellas, pero indiscutiblemente no es así en la sociedad en la que vivimos actualmente. Es lo que John Wallis ha acuñado como La Paradoja del Privilegio (https://goo.gl/qBUhfb): su argumento es que en la sociedad actual las reglas no son impuestas de la misma manera para todos. El concepto de democracia implica que el poder de decisión reside en los ciudadanos, y esto va mas allá de la posibilidad de votar de manera periódica la formación de un parlamento. (Texto extraído del prefacio del libro Democracia e Igualdad. El Papel de un Gobierno en la economía https://goo.gl/6BfZb7).
El crecimiento del PIB no es igual a bienestar social porque puede pasar que se concentre en manos de unos pocos, decía uno de mis alumnos en clase esta semana. Efectivamente el crecimiento económico se traduce en bienestar social sólo cuando las instituciones de un estado son inclusivas y la riqueza permea en la sociedad. En su artículo, Democracy and Economic Growth. A Historical Perspective, Gerring, Barndt y Moreno, https://goo.gl/2BhxkA relacionan el crecimiento económico con la formación de capital y la calidad democrática. Es la acumulación de capital político proporcionado por la persistencia de años de alta representatividad democrática y buenas políticas públicas lo que permite acelerar el crecimiento económico y aumentar el capital físico, humano y social. Las instituciones inclusivas permiten aumentar el stock de capital político, logrando cambios sistemáticos que permean en la sociedad gracias al rendimiento creciente del proceso de institucionalización. Conforman lo que se conoce como La Sabiduría de Masas: la sociedad en su conjunto evoluciona hacia una situación en la que se favorece la igualdad de oportunidades de ciudadanos y empresas, la defensa del interés común, y en definitiva el bienestar social. El crecimiento económico se hace más sostenible dando lugar a una sociedad más igualitaria también en la distribución de la renta.
Los cambios en las leyes electorales, la estructura del poder o los derechos de propiedad permiten desarrollar políticas más eficientes cuyos resultados se observan a largo plazo. Una ley electoral puede cambiar sustancialmente las preferencias de los ciudadanos en la elección de sus representantes políticos. En España llevó a que en las elecciones de diciembre de 2015, el partido Unidad Popular con algo de más de novecientos mil votos obtuviera sólo dos escaños, mientras que el Partido Nacionalista Vasco, con algo más de trescientos mil, obtuviera seis; o que Ezquerra Republicana con algo más de seiscientos mil, alcanzara los nueve escaños. También las características de la ley electoral canaria alteró sustancialmente las preferencias de los ciudadanos en las elecciones autonómicas de 2015. En la isla de Gran Canaria, setenta y dos mil votos, aproximadamente un veintiuno por ciento de los votos válidos en esa isla, no fueron tenidos en cuenta para la formación de su parlamento autonómico. Y además en esa isla uno de los partidos que obtuvo un solo escaño, Coalición Canaria, lo alcanzó con menos votos que el partido Ciudadanos que finalmente quedó sin representación en la cámara autonómica. Con esto quiero decir que aunque efectivamente se venda a los ciudadanos que el sistema es legítimo porque disponen de la posibilidad de votar a sus representantes, lo cierto es que la ley electoral puede alterar mucho la representatividad de sus preferencias en el parlamento. (Texto extraído del prefacio del libro Democracia e Igualdad. El Papel de un Gobierno en la economía https://goo.gl/6BfZb7).
En clase esta semana también hemos analizado como China creció económicamente por una cuestión de inversión externa atraída inicialmente por la una oferta de mano de obra barata. Pero el dragón despertó y ya crece también por una cuestión de capacidad e innovación tecnológica. Despúes de leer a Acemoglou y Robinson, en su trabajo ¿Porqué fracasan los países?, por su sistema político China podría caracterizarse como un sistema poco inclusivo y que por tanto debería presentar un crecimiento económico limitado en el tiempo debido a que la acumulación de riqueza en las élites extractivas debería limitar la inversión y la demanda. Pero esto no parece que vaya a ocurrir porque la economía China se nutre de la demanda de la economía global, y en consecuencia su crecimiento está condicionado no sólo por las características de su sistema socioeconómico. En lo que sí aciertan Acemoglou y Robinson es que por ser un país con instituciones poco inclusivas el reparto doméstico de su crecimiento económico será desigual. Finalmente teniendo en cuenta que China sustituirá a EEUU como potencia económica mundial, parece probable que el planeta también se verá influenciado por su sistema sociopolítico y sus consecuencias como ha pasado con EEUU.
El camino para evolucionar hacia una sociedad más igualitaria en las oportunidades, y de manera subsidiaria en la riqueza, es necesario procurar sociedades con una alta representatividad democrática. Si los parlamentos representan adecuadamente lo demás viene añadido. Las sociedades que no lo procuran se dirigen irremediablemente hacia la pobreza y la desigualdad.