14.09.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
En cierta ocasión, hace ya bastantes años, cubriendo informativamente un incendio en la Isla de Tenerife, un gobernador de esta provincia me dijo que los incendios forestales alarman mucho, pero que el pinar canario es bastante resistente al fuego y lo que en realidad se quema es la pinocha, que no es otra cosa que la vegetación que se cae de los árboles y cubre los suelos del monte, junto a las piñas de estos ejemplares de coníferas.
Recuerdo de niño, cuando subíamos por la carretera dorsal camino del Teide, ver a hombres y mujeres agachados recolectando pinocha para transportarla en camiones que esperaban a ser llenados, para bajar luego a las naves de empaquetados situados cerca de la costa, porque el destino de la carga no era otro que el de envolver las piñas de plátanos que se exportaban a la Península, porque acolchaba y protegía durante la travesía marítima la fruta amontonada en las bodegas de los barcos fletados que comunicaban por aquel entonces los principales puertos canarios con la España continental.
Hoy en día se pueden ver los montes isleños con grandes cantidades de pinocha amontonada bajo los pinos, porque las empresas exportadoras de plátanos hace ya tiempo que dejaron de mandar la fruta en piñas enteras y en su lugar envían cajas de cartón con piñas ya cortadas en manillas, de más fácil transporte.
La pinocha también la utilizaba la gente del campo isleño para ponerla en los establos del ganado, para que las vacas, las ovejas, cabras y cochinos descansaran mejor. Todos sabemos que hoy la ganadería en las islas es prácticamente testimonial.
Respecto al papel que desempeña la pinocha en los montes isleños. su presencia tiene muchos detractores, sobre todo entre el personal dedicado a la extinción de incendios forestales, por cuanto facilita la rápida propagación del fuego entre los pinares. También, por contra, tiene sus defensores, sobre todo por parte de geógrafos, geólogos y edafólogos, ya que la pinocha protege el suelo de la erosión que provoca la lluvia y las aguas de escorrentía, preservando la tierra.
Estas pequeñas reflexiones vienen a cuento por el importante incendio que ha sufrido estos días la Isla de Gran Canaria. Los daños no han sido tan graves como se pensaba en un principio, aunque el aspecto del suelo quemado impresiona, por su color ennegrecido, pero por fortuna ha sido más el ruido que las nueces, aunque siempre habrá quien no esté de acuerdo con lo que expreso.
Cuando un monte arde, enseguida se extiende la alarma, porque impresiona. Ocurre como cuando uno se corta un dedo y empieza a brotar sangre, que también es muy llamativa, pero los puntos de sutura que se tiene que aplicar a la herida no son tantos como en un principio se piensa en estos casos.
De cualquier forma, quiero hoy terminar este comentario recordando aquella campaña publicitaria del antiguo Instituto Nacional de Conservación de la Naturaleza, más conocido por ICONA, en la que se decía "cuando un monte se quema, algo tuyo se quema". Y eso.