28.07.2024 | Redacción | Opinión
Por: Alejandro de Bernardo
adebernar@yahoo.es
Lo más complicado para escribir un artículo es el “de qué”. De qué “demonios” –el que me conoce sabe que diría “coño”- les hablo yo hoy. Ese es el caballo de batalla que quincenalmente me toca domar. Cierto es que hay semanas que viene rodado y otras en las que me tiro de los pelos. Como este escrito es el último antes del mes de vacaciones en el que no tendré el honor, ni la dicha o el placer de dirigirme a ustedes, quisiera dejarles un regusto agradable, disfrutón, alegre y, a ser posible, con ese sabor a camarones y caña de cerveza fría al atardecer. En buena compañía. Y si no, con ese aroma inigualable a lectura mañanera de novela en la playa, con cabeza bajo la sombrilla, sin niños que controlar ni que atender. Sin vecinas ni vecinos, si puede ser. Pero, quién sabe, si lo que más les agrade sea el sabor de la sandía troceada y fresquita que tan rica está cuando aprieta el calor. O de la incomparable tortilla española, reina de táperes y fiambreras. También me vale. O ese plato de sardinitas fritas, calentitas, de textura casi rizada en su perfecto punto de fritura… Umm, qué ricura. Y ni gota de olor en la casa, que el del bar las hace de maravilla. Un fenómeno. No me desagradaría ni un fisco tampoco, que se trasladasen otro rato al después de comer. Sí, al momento siesta. Solos o en compañía. Les aconsejo esto último. Incluso les animo a elegir pareja. Soñar es gratis y estamos de vacaciones. ¡Bendito sea el que inventó la cama! Y el de la siesta. Incluso el del sillón que fabricaron con tu molde. Oye qué adaptación tan perfecta. Pluscuamperfecta. Ni con inteligencia artificial se hubiera logrado mejor. O al otro momento “después de”: el de después de cenar. Ya sin sol, sin sudores, sin agobios –mañana no se madruga-… eso es felicidad. La felicidad. Esos paseos tranquilos, sin cuenta pasos… con cuenta momentos, con cuenta historias. Aunque sean los mismos momentos y las mismas historias año tras año. Siempre parecen nuevos. Y la luna que te une a ese amor que está lejos y que os lleva juntos al lado oscuro. Y hasta cierras los ojos para verla. Y la ves y acaricias el aire pero sientes la piel. Y el mar que me cautiva siempre. A cualquier hora. Que me asusta y enamora. Tan inabarcable, tan indomable, tan suyo, tan nuestro, tan de todos… O puede que esta lectura les lleve a esas noches de lluvia de estrellas. Lágrimas de San Lorenzo las llaman en mi pueblo. Noches quietas. Serenas. Noches de cantos de ranas y grillos… en las que todos somos mejores. Al fin y al cabo, cuesta tan poco... Les deseo las mejores vacaciones de su vida. Hasta ahora, claro. Que la salud les acompañe. Que disfruten con lo que les guste y que les guste todo cuanto se les acerque. Con sus amores, con sus amigos, con su familia o ustedes solos. La vida son dos días y uno nublado. Que este último solo llegue para guardarnos del sol. Les espero en septiembre. A todos. Sin puntos y aparte.
Feliz domingo. Nos vemos.