15.06.2017. Redacción / Opinión.
Por: Grego Calzadilla
“No es el tamaño de tus problemas lo que te quita valor, sino la falta de coraje y valentía para afrontarlos”
Buenos días a tod@s.
Una nueva semana irrumpe en nuestra existencia para seguir teniendo la oportunidad de experimentar la aventura de LA VIDA.
No dejes que las pequeñas piedrecillas del camino desvíen tu atención y que los tropiezos te impidan contemplar la belleza y la grandiosidad que te muestra el horizonte a donde quieres llegar.
No sucumbas al miedo y la desesperación, a la culpa y al temor.
¿Cuántas veces en la vida has pasado ya por las mismas circunstancias, por el mismo escenario, por la misma creencia de que no podrías superar ese problema o esa situación que estabas viviendo? ¿Cuántas veces has pensado que todo estaba acabado y perecerías? ¿Cuántas?...
Y sin embargo, aquí sigues, triunfante y vencedor(a).
Cuando apenas queda aliento, surge como siempre el milagro. Un pequeño pero poderoso rayo de luz ilumina tu corazón y renaces de tus cenizas desplegando tus alas y emprendiendo nuevamente el vuelo.
¡Recuérdalo siempre cada vez que dudes de ti¡
Es entonces cuando caes en la cuenta de que sólo el pensamiento es limitado y sólo tu Alma es infinita y poderosa, no tus dificultades. Que podrás con ello y con mucho más, porque eres un(a) luchador(a) nato(a), un(a) valiente guerrero(a) que encara con fuerza la batalla y la vence con tenacidad.
No es el tamaño de tus problemas lo que te quita valor, sino la falta de coraje y valentía para afrontarlos. Pero una vez superada la tempestad es ese triunfo el que te hace grande e invencible a los ojos de tus hijos, tus nietos y de los demás; y aún más, de ti mism@.
Cuando nuestra mente está nublada y atormentada, y nuestro corazón abatido por el pesar y el dolor, es fácil creer que no valemos nada, que nuestra vida no tiene sentido, que somos menos que una diminuta hormiga en el
desierto, y que lo mejor es acabar con todo y sucumbir; pero recuerda que hasta un ejército de hormigas es capaz de arrasar todo un valle cuando su voracidad es insaciable. No es su tamaño sino su determinación.
Además, en esos momentos de desesperación y confusión, en esos instantes donde todo está invadido por la oscuridad del alma, ¡NADA ES REAL, NADA¡
¡NO TE FIES DE TU MENTE¡
Deja de pensar,
Deja de creer,
Deja de sentir,
Deja de tomar decisiones de las que podrías arrepentirte el resto de tu vida, y sólo espera que pase la tormenta…
Cierra los ojos,
Respira hondo, una y otra vez,
Extiende las palmas de las manos en una solemne plegaria a tu propio Yo Superior y al Creador, y mantén la esperanza.
Luego esboza una amplia sonrisa, sitúa tu cuerpo firme y erguido, levanta la barbilla, y sólo visualiza una potente luz blanca creciendo y expandiéndose desde tu corazón hasta invadir tu pecho por completo, hasta abarcar todo tu sagrado Ser. Y sólo espera... (Deja que el tiempo se detenga, que la brisa acaricie tu rostro, que la mente se serene, y que la lluvia refresque tu alma)
Ahora… abre suavemente tus ojos y contempla tu nuevo y grandioso amanecer.
¡Ya ha salido el Sol para ti¡ ¡Ya pasó la tempestad…¡
Que ese cálido Sol ilumine por siempre todos vuestros sueños e ilusiones…