25.02.2018. Redacción / Opinión
Por:José Vicente González Bethencourt
Médico. Exsenador. Secretario de Sanidad, Salud y Consumo de PSOE Canarias
@JVGBethencourt
Uno de los mayores errores cometidos por el Gobierno de Canarias basándose solo en criterios economicistas fue la orden que aplicó en 2013 para jubilar a todos los médicos del Servicio Canario de la Salud al cumplir 65 años de edad. Entonces casi todos eran directores o responsables de servicios hospitalarios públicos, y en su mayoría se encontraban en condiciones óptimas para seguir ejerciendo y aprovechar así su valiosa experiencia, al tiempo que iban pasando el testigo a los médicos más jóvenes. Una decisión arbitraria porque nunca fue bien explicada y generó graves conflictos, más concretamente en determinadas especialidades con escasos recursos humanos. Lo lógico sería que quienes, llegada esa edad, o incluso antes, si no se encuentran en condiciones idóneas para una profesión que exige adecuadas condiciones físicas y mentales, se les facilite su jubilación, pero si se encuentran bien y con deseos de continuar voluntariamente, lo que se tiene que acreditar con las pruebas y entrevistas necesarias, se debe facilitar su continuidad algunos años más, lo que ya se sabe que no resulta fácil si no se dispone de un procedimiento justo por parte de quienes tienen que decidirlo, no cayendo en intereses personales o presiones ajenas, además de respetarse la normativa laboral.
Y es que la experiencia en cualquier profesión es un grado, como se suele decir, máxime en el ejercicio de la medicina y de todas las profesiones sanitarias que prestan asistencia a los enfermos, como es la enfermería, por lo que generalmente los pacientes prefieren más a los profesionales experimentados y acostumbrados a enfrentarse a problemas complejos y difíciles, si bien no siempre tener experiencia garantiza que se sepa qué es lo mejor para un enfermo, y un médico más joven pero bien preparado en un terreno concreto puede ser tanto o más eficaz, si bien, en general, la experiencia es un grado.
En el siglo XVI, Francis Bacon, uno de los padres del método científico, criticaba el ejercicio médico porque no disponía de fundamentos científicos y se basaba fundamentalmente en la experiencia de los galenos, que a su vez la transmitían a sus discípulos, tanto que en el juramento hipocrático constaba que "haré partícipes de los preceptos y lecciones orales y de todo otro modo de aprendizaje no solo a mis hijos, también a mis discípulos". En el siglo XVII Thomas Sydenham aplicó el método científico a la medicina anteponiendo en primer lugar la descripción de la historia natural de la enfermedad y la investigación experimental de remedios. En el siglo XVIII, Claude Bernard avanzó en los experimentos y observaciones, en el XX se conjugó la práctica de la medicina apoyada en experimentos médicos con la experiencia, hasta que a finales del siglo XX surge con exitoso avance la medicina basada en la evidencia (MBE), o lo que es lo mismo, basada en pruebas, diagnósticos y tratamientos convincentes, al considerar que la fisiopatología no era infalible, que el sentido común podía errar, y la experiencia, aunque de mucho valor en sí misma, resultaba insuficiente, surgiendo, pues, la MBE al cuestionarse la medicina basada en la experiencia.
Que la experiencia en medicina tiene mucho valor no resiste ninguna duda, y de hecho ayuda con más rapidez y seguridad a valorar los datos clínicos, no siendo lo mismo un dolor intenso abdominal para el joven cirujano recién iniciado que para el veterano acostumbrado a enfrentarse y resolver hábilmente esta situación, proporcionando tranquilidad tanto al propio cirujano como al paciente, y es que la experiencia de la práctica médica aporta competencia y criterio, lo que se traduce en diagnósticos más eficaces, mejor identificación de los problemas, más acertados pronósticos, y mayor comprensión integral del enfermo.
¿Sabe más el médico por viejo que por sabio? Es posible que un joven médico recién aprobado el MIR, o recién acabada su especialidad, domine más aspectos teóricos puntuales que su adjunto o jefe, pero el ejercicio de la medicina es eminentemente práctico, no bastan libros y revistas, disponer de experiencia no lo es todo, ella sola no basta, resulta necesario estar al día, reciclarse, y la mejor manera de evitar riesgos de temeridad del inexperto o de comodidad del experimentado es facilitando que ambos trabajen juntos.