Reflexiones propias sobre los resultados electorales

30.07.2023 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Puedo presumir y presumo (como aquel "puedo prometer y prometo" de Adolfo Suárez) de tener amigos de cualquier ideología. Desde algunos de Sumar (ex-Podemos) hasta media docena de simpatizantes de Vox, sin olvidar, por supuesto, a bastantes militantes y dirigentes del PSOE y del Partido Popular.

Con los que he hablado estos últimos días se han mostrado sorprendidos por el reparto final de votos, sobre todo porque Feijóo no ganara con más holgura al "Sanchismo" (todas las encuestas, menos las del CIS, auguraban un batacazo tremendo del actual presidente del Gobierno) y por la supervivencia de Sánchez, al que muchos daban por muerto antes de la decisiva batalla electoral, más aún teniendo en cuenta la amplia derrota sufrida por el PSOE en los recientes comicios locales y autonómicos, hace apenas un par de meses, cuando España se tiñó de azul.

Hay varios motivos que explican la sopresa de última hora en las urnas, entre las que destaca la soberbia manifiesta del candidato conservador, que no quiso participar en el último debate "a cuatro" con Díaz, Abascal y el propio Sánchez, porque Feijóo estaba completamente seguro de alcanzar una amplia victoria, incluso sin tener que depender directamente de Vox, porque él pensaba llegar como mínimo a los 150 diputados.

En segundo lugar, a la mayoría de los ciudadanos de este país le sentó muy mal la entrada en las instituciones de la extrema derecha, con los pactos de gobierno en numerosos ayuntamientos del suelo patrio y más aún en determinadas autonomías como Valencia, Baleares o Extremadura, lo que ha provocado la fuerte movilización de votantes progresistas para abortar decididamente un acuerdo entre PP y Vox para la gobernabilidad de España, cosa que sin duda hubiera ocurrido de haber conseguido entre los dos partidos una mayoría absoluta en el Congreso.

A lo largo de los últimos cuarenta y cinco años, los españoles han demostrado ser ideológicamente bastantes moderados, podría decirse que de centro, con matices a la izquierda o a la derecha del espectro político y nunca partidarios de pactos con fuerzas extremistas.

España podría solucionar la más que patente división en bloques adoptando la fórmula alemana (anti comunista y anti nazi) con gobiernos de coalición del SPD (socialdemóctas) con la CDU (democristianos), o viceversa, lo que ha permitido gobernar aquella República Federal con mucha tranquilidad y sosiego los cuatro últimos lustros.

Desgracidamente, tal y como están las cosas en este país tan surrealita, la fórmula germana no es aplicable aquí (defendida incluso por Felipe González), porque ni el PP ha dado un solo paso hacia el centro, imitando a la derecha europea, ni el PSOE se ha podido moderar como en el pasado, por las exigencias de Podemos de hacer una política con medidas de hondo calado social (pensiones, reforma laboral, aumento del salario mínimo, etc.)

De cualquier manera, no hay que despreciar los resultados del 23-J y asumirlos con todas las consecuencias. Desde la guerra civil, que dividió a los españoles en dos bloques bien diferenciados, arrastramos ese pesado lastre y lo seguiremos padeciendo aún cierto tiempo más, hasta que no contemos con verdaderos hombres y mujeres de Estado, capaces de superar tan tremendo trauma. Y aquí termino. Saquen ustedes, amables lectores, sus siempre respetables conclusiones. ¿Haría falta una segunda Transición, para borrar definitivamente de nuestras mentes los horrores de pasado?...

 

 

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