25.04.2018. Redacción | Opinión
Por: Eva Violán
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A partir del próximo treinta de mayo, en el norte de Tenerife no se podrá nacer entre las seis y las diez de la mañana. Parece un chiste de Gila, o propio del humor de Inclán, Quevedo o Cervantes, pero no lo es.
El treinta de mayo, cerrará el único paritorio existente en la zona norte de la isla que tiene convenio con la Seguridad Social. Las mujeres quedarán expuestas a tener que trasladarse hasta el Hospital Universitario, el centro más cercano, para dar a luz.
El Hospital Bellevue en el Puerto de la Cruz, dice basta. Hospiten es una empresa privada, está en su derecho de decidir qué línea debe seguir, de replantearse enfoques nuevos, de reinventarse las veces que le plazca, o las que sean necesarias.
El gobierno canario, en cambio, nos debe una explicación y, sobre todo, la solución efectiva y eficiente que nos merecemos. Nos debe, como mínimo, un paritorio con la máxima garantía. En realidad, nos debe muchísimo más. Nos corresponde un hospital completamente equipado, no un edificio que tenga un cartel por fuera que ponga hospital. Nos debe un complejo hospitalario preparado con las tecnologías que merece un territorio europeo, con el personal que se presupone en un digno espacio europeo.
Un lugar cercano; no hay derecho a que una mujer que vive en Buenavista tenga que recorrer sesenta y ocho kilómetros para dar a luz en el Servicio Canario de Salud. No hay derecho. Pero si además añadimos que las comunicaciones por carretera (que son las únicas viables) están colapsadas; el trayecto, que dura, aproximadamente, con tráfico normal unos setenta y tres minutos, puede alargarse hasta cuatro horas entre las seis y las diez de la mañana. No hay derecho. He visto niños, que desde los primeros dolores hasta que ven la luz, no tardan media hora.
En la mayoría de los municipios del norte de la isla el número de mujeres supera al de los hombres. Somos 116.791 mujeres si contamos desde Buenavista del Norte, toda la franja norte, hasta Tegueste. Superamos en número a las habitantes de Santa Cruz que son 106.394 mujeres. En La Laguna hay 79.113 de las cuales, muchas serían nuestras, y engrosarían las estadísticas del norte, pues viven en la costa: Bajamar, Valle Guerra, etc.
Somos muchas, como ven, las que necesitamos tener un paritorio en funcionamiento. Tanto las que tienen contratado un seguro médico privado, como las que no: nos vamos a quedar sin paritorio.
Los dos únicos hospitales de la isla se encuentran a tan solo un kilómetro de distancia entre uno y otro, al este, en La Laguna y en Santa Cruz. Otra comicidad; algo así como la legendaria ubicación del aeropuerto norte en la zona más nublada de la isla.
Uno no puede decidir cuándo se muere, cuándo se atraganta, cuándo va a parir. No se puede cambiar la cita a otro horario más adecuado para nacer.
Los niños ya no serán de un pueblo, sino de un Km.
Esta situación esperpéntica es a la que nos ha llevado el gobierno canario; no se equivoquen, no tiene nada que ver con el gobierno central español; la sanidad está trasladada a las autonomías, ellas deciden los presupuestos que destinan a la salud, es decir, el gobierno canario no nos prioriza. De sobra está comentar el suspenso, muy deficiente, en muchos otros ámbitos de la misma competencia.
Empiecen por fortalecer los pilares de la casa, comiencen, de una vez, a trabajar. Vagos. Que Europa lleva dando subvenciones un buen puñado de años, que debían de haber presentado proyectos de viabilidad, que tenían que haber dispuesto un equipo formado, culto, perfectamente instruido para lograr las mismas y ejecutarlas en tiempo y forma. Que no se puede montar un equipo de éxito con malandros, más ocupados en comilonas, viajar y llevar la carterita con el ipad para chatear; babiecas. Que no hay nada en este mundo que se logre sin esfuerzo. Con la cantidad de objetivos que podían haber cumplido habiendo disfrutado de la confianza de un pueblo entero durante tantos años… Miserables. No me hablen de ir a un restaurante, si tengo la nevera vacía. A nadie se le ocurre comprarse un tren si no tiene dinero para ir al médico.
¿Volveremos a ver coches con pañuelos blancos trasladando urgencias como antaño? ¿Mujeres que dispondrán todo para parir en casa, por si acaso, aunque suponga un riesgo tremendo? ¿Realmente queremos regresar a la partera del pueblo? ¿Vamos a permitir que esto suceda?
Y calladitos, sabiendo esto desde hace algún tiempo, no han dicho ni media.
¿Qué les diría una madre; su madre?
Pues hijo mío, si estás haciendo algo que no me puedes contar, es algo que no deberías hacer.