Paco Pérez09.08.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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Me cuesta reconocerlo porque estaba ilusionado con su llegada al Palacio de La Moncloa y, por tanto, por su elección como presidente del Gobierno, aunque no fuera como consecuencia de unas elecciones legislativas, sino por la unión de varios grupos parlamentarios que, en realidad (con excepción del socialista) lo que querían era desalojar del poder a Mariano Rajoy, que ya había tocado fondo en su vida política, más que nada porque estaba rodeado de desagradables casos de corrupción en su partido.
Está claro que Pedro Sánchez Pérez-Castejón, por su tremenda ambición personal, recuperó la Secretaría General del PSOE contra viento y marea y a pesar de haber renunciado en su momento a su escaño de diputado, ha llegado a ser el primer ministro español por esas carambolas de la política, porque en esta actividad, como en otras de la propia vida, además de desear fervientemente conseguir algo, también hay que tener suerte.
Escrito lo anterior, he de decir que me parece que PS está empezando a vender humo, porque entre otros motivos, no tiene el suficiente apoyo parlamentario para seguir gobernando, porque a la hora de la verdad solo cuenta con los votos seguros de los 84 diputados de la bancada socialista y no sé si podrá aguantar con esta minoría todo el tiempo hasta el final de la presente legislatura... Me cuesta decirlo, pero me da impresión, como afirma el viejo refrán, de que aquí hay mucho ruido y pocas nueces.
No me ha gustado nada, por ejemplo, que su esposa, Begoña Gómez haya conseguido un nuevo y muy bien remunerado empleo en una organización humanitaria de ayuda a África, no sé muy bien si por su experiencia personal o porque es la mujer del nuevo presidente del Gobierno. En todo caso, creo que el matrimonio Sánchez-Gómez, por ética y por vergüenza torera, no debió aceptar esta atractiva oferta laboral, por aquello de que "la mujer del César...", más tratándose de unos militantes de un partido progresista, que en teoría lucha por la regeneración democrática de este país.
No sé lo que les pasa a determinados políticos cuando llegan al poder, pero todos --con alguna honrosa excepción-- parecen alejarse de la realidad de la situaciones y muchas veces actúan como si estuvieran hipnotizados o sonámbulos, tal vez muy mal asesorados por los pelotas y adulones que rodean siempre a quienes alcanzan la supuesta gloria terrenal. Pero sucede, tristemente. Y aquí acabo por hoy.
