Pandemia: no hay mal que por bien no venga

02.04.2020 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Algunos lectores saben que me gusta recurrir a los viejos refranes españoles, porque aparte de ser didácticos y formativos, suelen expresar verdades como puños.

El que afirma que "no hay mal que por bien no venga" viene como anillo al dedo a los beneficios "colaterales" que en nuestro planeta, de una manera paradójica, está provocando indirectamente la actual pandemia de coronavirus que estamos padeciendo.

La parálisis industrial en numerosos países, la drástica reducción del número y la frecuencia de vuelos de aviones cada día, así como del tráfico de vehículos por millones de ciudades y carreteras de todo el mundo, ha permitido que se reduzca de forma notable el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, y algunas fuentes científicas han afirmado que el agujero de la capa de ozono en la atmósfera terrestre ha disminuido su tamaño, hasta equipararse al que había hace treinta años.

Innumerables ciudades parecen tristes, porque están solitarias debido al confinamiento de millones de personas en sus casas, pero la alegría reside en que en determinadas áreas metropolitanas, como Madrid o Pekín, la contaminación ambiental ha desaparecido como por arte de magia.

En Venecia, por ejemplo, el agua de sus canales luce mucho más clara y limpia restos días, debido a la nula presencia de turistas y al inexistente tráfico de góndolas, mientras un centro de investigación norteamericano en energía y aire limpio, el denominado CREA, ha afirmado que el cierre de fábricas en China durante los meses de febrero y marzo ha reducido drásticamente las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera de nuestro planeta, debido al menor empleo de combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón o el gas.

En las últimas semanas, el gigante asiático emitió más de doscientos millones de toneladas de contaminantes que durante el mismo período del 2019, el equivalente a todo el dióxido de carbono que una gran urbe como Nueva York emite durante todo un año. Ahí es nada.

Gorriones y otras pequeñas aves, cuya población había prácticamente desaparecido del paisaje de muchas ciudades europeas, han vuelto a poblar los árboles y las calles, y especies marinas como delfines y ballenas se están acercando más a nuestras costas, tal y como se pudo apreciar estos días en el puerto de Santa Cruz de La Palma, imágenes que se han colgado en las redes sociales y que nos han sorprendido gratamente.

Los humanos, por desgracia, necesitábamos un severo correctivo, por nuestra irresponsable actitud en la conservación del planeta y ha tenido que ser, paradójicamente, la aparición de un virus tan maldito como letal, el que nos ha advertido de nuestra grave irresponsabilidad, lo cual no deja de ser triste y patético... pero, como expresé al principio, "no hay mal que por bien no venga". Que esta pandemia nos sirva de lección a la Humanidad y no lo olvidemos nunca. Ojalá.

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