24.02.2021 | Redacción | Opinión
Por: Alejandro de Bernardo
adebernar@yahoo.es
Ahora que pasamos horas confinados aprendiendo a ser jubilados, nada como jugar a revolver palabras. Buscar la belleza sonora, el sentimiento profundo o disimulado, la gracia o el humor irreverente. Todo cabe y tiene público en el Carnaval del verbo. El que no se hizo carne para habitar entre nosotros. Enfundémonos en el disfraz de don Ramón Gómez de la Serna, en el de Borges o Gloria Fuertes. No importa lo grandes que nos queden. Hoy que termina lo que nunca empezó, que desfilen las palabras en ese coso imaginario colofón de este Carnaval que sin llegar se ha ido.
Las palabras son el combustible de la mente. Resumir el amor, por ejemplo, así: En un beso hay dos seres invencibles. O, como daba besos lentos duraban más sus amores. Don Ramón anudaba su cuello con la mariposa que es una pajarita. La mariposa, de la que él decía, que posándose en todas las flores era la mecanógrafa del jardín. Un aforismo son pocas palabras que contienen el infinito. La “z” es la “s” que se da la vuelta y se queda tiesa al morir apuñalada por la espalda.
A veces don Ramón se ponía muy poeta: “Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas”. Borges también sabía iluminar las letras, hacer carambolas con el billar de las semejanzas: “Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar a un tigre”. O Gloria Fuertes: ¡Los poetas amamos a la sangre¡ A la sangre encerrada en la botella del cuerpo, no a la sangre derramada por los campos, ni a la sangre derramada por los celos, por los jueces, por los guerreros; amamos a la sangre derramada en el cuerpo, a la sangre feliz que ríe por las venas, a la sangre que baila cuando nos damos un beso. Y seguía… En el árbol de mi pecho hay un pájaro encarnado. Cuando te veo se asusta, ¡eres un espantapájaros¡
Hoy que, en esta sociedad del impacto en pocas palabras, se recurre a las citas célebres y a los aforismos para publicar en redes sociales, los amantes de las letras queremos recordar que mucho antes de que éstas existieran, ya había “twiteros vip” con una producción y clarividencia incomparables para los crucigramas líricos. Perfectamente adaptables a cualquier situación de tu día a día: Existen las esquinas para que puedas arrepentirte del camino que sigues. Sabes –y si no te lo sabes te lo digo yo- que al dar a la llave de la luz se despierta a las paredes. O que un tumulto es un bulto que le sale a las multitudes o, si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
Nada como proponer a los niños pequeños que todavía se bañan en inocencia que hagan plastilina con el diccionario. Su lógica puede ser alucinante. Mi sobrina le preguntó a una embarazada: ¿Te tragaste un niño?. Salía tanto vapor de la olla, que la niña exclamó: ¡Mamá, se está quemando el agua¡ O esta que me ocurrió con una alumna de infantil, ¿Cuántos años tienes? Cuarenta y cinco, le respondí. Muchos debieron parecerle porque incrédula me respondió: - A verlos.
En fin, hoy –como si tuviéramos poco encima- andan a pedradas contra la policía, contra el sistema, contra todo. La excusa es la condena por la justicia a alguien que hiere, maltrata y amenaza con las palabras. Quizá no merezca la cárcel, pero tampoco el reconocimiento. ¿la libertad de expresión no tiene límites? Hay una nave nuestra ya en Marte. Ninguno se ha enterado. Los marcianos están aquí. Alguno en el gobierno. Si no, no me lo explico. No quiero dejarles mal sabor de boca. Mejor les dejo estas dos greguerías para masticar: La leche es el agua vestida de novia. El beso nunca es singular.
Imagen de archivo: Alejandro de Bernardo