07.05.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Corre por las redes sociales un texto anónimo, en el que se afirma que los dirigentes de Coalición Canaria y Partido Socialista han llegado a un preacuerdo a través del cual estarían en disposición de firmar un pacto para el futuro Gobierno de Canarias, tras las elecciones autonómicas del próximo día 26.
No sé si se trata de un bulo que ha puesto en circulación algún líder de otra formación para contaminar el ambiente político en las Islas. Por lo pronto dirigentes nacionalistas y socialistas lo negarán rotundamente porque sea o no real les perjudicaría a ambos partido decir que sí es cierto.
De cualquier manera, a mí no me extrañarían nada estas componendas. Por eso me hago eco de ellas y les informo que el supuesto acuerdo contempla que el socialista Ángel Víctor Torres sea el futuro vicepresidente con Fernando Clavijo, que supuestamente sería reelegido, para luego dimitir a las pocas semanas de tomar posesión de su puesto, en el que sería sustituido por la hasta ahora consejera de Hacienda, Rosa Dávila Mamely, que se convertiría en la primera mujer presidenta de Canarias.
Ese supuesto preacuerdo incluiría también el compromiso de ambos partidos de designar poco después senador en representación de la comunidad autónoma al propio Clavijo, que al ser aforado no podría ser juzgado en La Laguna por el tan traído y llevado caso "grúas municipales" y el caso tendría que ser visto por el Tribunal Supremo, copiando la estrategia que se llevó a cabo con el ex-alcalde chicharrero en el asunto de Las Teresitas.
No pongo ni quito una sola coma y me limito a reproducir el mensaje que me llegó. No me lo creo ni me lo dejo de creer, pero en esta tierra insular cualquier cosa es posible. No hay más que ver los pequeños partidos minúsculos y personalistas que se han creado en los últimos tiempos, y la cantidad de chaqueteros que pululan por el ambiente. Sin ir más lejos, hay algunos casos destacados en el municipio tinerfeño de Tacoronte, sin ir más lejos. ¡Qué miseria¡