25.04.2020 | Redacción | Opinión
Por: Patricia Pérez Rivero
Margua
En tiempos de confinamiento, todos estamos sometidos a mucha presión. Estamos más sensibles, inseguros, llenos de dudas e incertidumbre. No todos reaccionamos igual, se ha visto mucho en la redes sociales como muchas personas han querido aprovechar este tiempo para emplearlo en sus aficiones, aprender, desarrollar su interior como persona a través de actividades artísticas, interesarse por la lectura, redecorar muebles, tantas opciones como personas. Los adultos estamos más conscientes y al día de cada noticia o medida nueva que nos indican. Pero, ¿qué pasa con los pequeños y pequeñas de la casa? ¿Cómo lo llevan? ¿Han cambiado algo en su rutina?
Queda claro que ellos son los que llevan más tiempo sin salir, sin poder acudir a su colegio, sin ir al parque o acompañarnos en los recados. Cuando comenzó el estado de alarma, muchos estaban desconcertados sin comprender que estaba pasando, había que quedarse en casa para mantenernos todos a salvo, cuidando de nosotros y de nuestra familia. Las primeras semanas fueron la introducción de la educación a través de la tecnología. Las clases, compañeros y profesores por medio de tablets, ordenadores y móviles, de esta forma podían continuar con su formación, a la par que ven a sus compañeros de juegos. Se aconsejó en la medida de lo posible que fuesen por la mañana sobre la misma hora cada día (teniendo presente que como dificultad muchos padres y madres teletrabajan las horas de clase). Con la intención de mantener ese hábito como rutina, así sería más llevadero para ellos, esta nueva situación.
En cambio su estado emocional, ha sufrido muchas alteraciones pasando por distintas emociones. Incluso la ambivalencia ha formado parte de ellos, contentos por poder pasar más tiempo con su familia y a la vez tristeza por no poder salir con ellos o sus amigos para jugar. Nuestro rol de padres pasa por una circunstancia que nos plantea nuevos métodos de entretenimiento en casa para ellos, para que sigan siendo niños y niñas a pesar de la realidad que hay.
Son tan conscientes como nosotros de las noticias, de lo que se debe hacer y lo que no. Deben estar informados pero no saturados, tienen que entender que ahora casa es una fortaleza donde combatimos al virus, donde cuidamos de nuestras familias y que el día de volver a ver a sus amigos está cada vez más próximo. Y que cuando llegue ese ansiado día, será el momento más grande de felicidad que vivirán, donde todas sus sonrisas serán destellos de luz.
El cambio en su conducta es lógico, han perdido la noción del tiempo, de sus rutinas, dado que ahora parece que el reloj tiene más horas que antes. Pero no por ese motivo, tenemos que perder el control en lo básico como hora de dormir, comer o estudiar. Son momentos en donde nosotros como padres, aprendemos más de ellos. Porque nuestra labor es hacerles sentir seguros, haciéndoles comprender que sus cambios de humor se pueden gestionar a través de charlas profundas, de actividades donde ellos quemen su energía, de pintar folios en blanco con sus sueños e ilusiones. Nadie dijo que esto iba a ser fácil, pero cada día nos muestran cómo podemos sacar fuerza y un momento de risa, para detener el tiempo…y solo sentir.
Lo adecuado para ellos es que nosotros como padres nos llenemos de una buena dosis, de paciencia, comprensión y amor. Tomemos estos momentos como una etapa para crecer, conocerlos a ellos y a nosotros mismos, conectar y aprender que esta situación nunca romperá la unión que tenemos con ellos. Ellos siempre serán nuestro motivo para sacar lo mejor de nosotros y nuestra dosis de amor como padres son inagotables.