Nomofobia. Adicción a los dispositivos móviles.

María del Carmen García Mora

Psicóloga Sanitaria.

Colegiada T-1412

Hay un aparato que se ha vuelto dueño y señor en nuestras vidas: el móvil o la tablet.

En poco más de 25 años se ha vuelto indispensable en nuestras vidas. Tanto es así que se calcula que en España (datos del INE) en el 2015 había 1,2 móviles por persona.

Con el móvil nos despertamos, pues hemos sustituido el viejo despertador, oímos la radio, oímos música, vemos videos y películas, hacemos deporte, hacemos la compra, meditamos, controlamos nuestra tensión arterial, cuando debemos ir al médico, estamos conectados continuamente al correo y a las redes sociales, nos acompaña a la cama, e incluso hacemos y recibimos llamadas telefónicas.

Estamos híper conectados al mundo virtual y cada vez más desconectado del ambiente que nos rodea.

Pero quizás el problema más importante es que se ha vuelto una adicción. El no tener móvil produce estados de ansiedad, pánico, irritabilidad, falta de concentración, sentimiento de pérdida de identidad, síndrome de abstinencia y depresión entre otros.

Hablamos de móviles, aunque en realidad esta híper conexión se produce también en internet o con algunos juegos virtuales. Pero el móvil al ser el aparato más utilizado y que ofrece mayores prestaciones es el que produce más casos de adicción sobre todo en la población adolescente.

Si no puedes salir de casa sin el móvil y vives preocupado por quedarte sin batería o sin cobertura, puedes estar sufriendo nomofobia (“no-mobile-phone-phobia”), que es el miedo racional a estar sin el móvil y a no poder comunicarse (aunque existan otras formas de comunicación).

Aunque los adultos pueden sufrir también este síndrome, quienes lo sufren mayoritariamente son los niños y los adolescentes. Conocen el móvil desde siempre y no tienen datos de un mundo sin tecnología móvil.

La mejor manera de prevenir la aparición de esta dependencia es la educación en el buen uso de las tecnologías y en propiciar otro tipo de actividades en la que no sea necesario estar pendiente del móvil.

Si nuestros hijos ven que acudimos a la mesa a comer con el móvil, que preferimos mirar al móvil que establecer una conversación, están recibiendo señales de que eso es lo que hay que hacer, de que es lo normal. La diferencia está en que ellos tienen menos herramientas que nosotros para combatir la necesidad del móvil.

Algunos estudios hablan de que los adictos al móvil suelen presentar algunas características de personalidad comunes, como una baja autoestima, problemas con la aceptación del propio cuerpo y déficit en habilidades sociales y en resolución de conflictos, así como en personas perfeccionista.

Esta esclavitud del móvil a su vez produce además de los síntomas de una adicción, una peor autoestima y un peor desarrollo de la personalidad en el adolescente.

Sería bueno para evitar esta dependencia, la educación en el buen uso del móvil, llegar a acuerdos sobre cuando se utiliza el móvil y ponernos normas nosotros mismos, priorizar la vida real a la vida virtual, hacer que las reuniones y comidas familiares se realicen sin la presencia de móviles, propiciar el ejercicio físico.

Si vieras que tu o alguno de los tuyos presenta los síntomas que aquí hemos señalado, acude a un especialista que te pueda aconsejar técnicas conductuales para afrontar esta adicción, antes de que empeore.

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