28.05.217. Redacción / Opinión
Por: María del Pino Fuentes de Armas.
La mecha dicen que la encendió un alquimista chino al combinar azufre, carbón y salitre, prendiéndole fuego en el interior de una caña de bambú. Y de eso hace mucho. Luego vino Marco Polo a dar una vuelta por Europa y nos trajo lo que luego se llamarían de un modo más refinado "fuegos artificiales", pero dicen que se debe a los árabes su llegada a la Península, y a la zona de Valencia, Murcia y Alicante, como lugares donde arraiga la tradición.
Aquí, en las islas, imagino que la costumbre vendría como todo lo demás. En resumen, que el hombre lleva siglos tirando "tracas, voladores, foguetes, fuegos artificiales, elementos pirotécnicos, pólvora" o como se quiera llamar. Es y ha sido una muestra de regocijo popular, el anuncio de las fiestas, promesa a los santos, o meras exhibiciones del arte antiguo y efímero.
En ocasiones han sido noticia por ocasionar un incendio, propiciar la amputación de algún dedo o llegar a acabar con la vida de alguien, pero siempre obedeciendo a la causalidad y casualidad - palabras que se parecen pero que no son lo mismo-. Pero ahora resulta que unos señores - de estos que se dedican a la política, no sabemos si dogmática o funcional-, centran como uno de los problemas importantes a solventar en esta tierra, el que se asusta a los perros, se despierta a los bebés, se perturba el descanso de los abuelos y se molesta a los enfermos. ¡¡ Qué cosas¡¡
Las familias que viven de este trabajo, las tradiciones, el arte, las devociones, el sincretismo cultural en resumen, poco les importan en ese afán por buscar una notoriedad que resulta tanto o más efímera que una saeta de color rompiendo el silencio de la noche.
Soy lagunera y reivindico el derecho a disfrutar de los fuegos del Cristo, y en mi memoria tengo los "vivas" a los santos que daba mi abuela al escucharlos - encamada y con demencia, pero que sin embargo nunca perdió ese recuerdo-; el destino se llevó a alguien muy querido "reventado" por un cohete; y tengo un amigo con las manos amputadas por la fuerza de la pólvora. Aún así, me gustan los fuegos artificiales de Tejina, de Tacoronte, de Garachico, de Los Realejos... Porque el fuego también es sanación y sinónimo de alegría.
Así que si no ha quedado del todo claro, añado: "no me toquen los voladores, ni los foguetes", y hagan el favor de tener "sentido común" y trabajar con ahínco por sacar este país adelante con esas ideas más progresistas que cargarse la identidad cultural de tantos pueblos.