23.03.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Como ustedes saben, coincidiendo con la llegada de la Primavera, los responsables de la Unión Europea decretan cada año el cambio al horario de Verano, con los que el próximo día 25, de madrugada, tendremos que adelantar sesenta minutos nuestros relojes y adaptarnos a su antojo, porque no se ha demostrado que esto produzca tal ahorro energético para adoptar tales medidas, que son absolutamente absurdas para quien esto escribe.
Uno entiende, a medias, que las autoridades comunitarias, en función de informes técnicos, toso los finales de los meses de marzo y octubre nos hagan cambiar la hora, en las madrugadas de los últimos domingos de esos meses, porque su aplicación resulta razonable en países del centro y norte de Europa, porque en estas regiones la luz solar es escasa, sobre todo en invierno, cuando se les hace de noche a las tres o las cuatro de la tarde.
Sin duda, es un sin sentido que esa medida se aplique en un Archipiélago como el nuestro, alejado físicamente del Viejo Continente y que es considerado como región ultra periférica de la Unión Europea, por su posición geográfica al sur de Europa y muy cercana a la parte noroccidental del continente africano, frente a las costas del desierto del Sáhara.
A muchas personas estos cambios de horario cada semestre nos sientan muy mal, porque estamos acostumbrados a una hora ya establecida, que modifican de repente. Muchos médicos y científicos recalcan cada año que esto es perjudicial para los seres humanos, pero las autoridades comunitarias y de muchos países del mundo ignoran estas advertencias, seguramente porque hay muchos intereses económicos de por medio, detrás de estas incomprensibles medidas.
Es lo que pienso y me gusta compartir estas apreciaciones. Muchos amigos y conocidos están de acuerdo en todo lo que les he expuesto. Y eso.